domingo, 15 de noviembre de 2009

“Tambores de guerra”

El Mandril Bipolar metiéndose un "taquito" a las 04,34 am. No duerme, lo mantienen despierto artificialmente mediante inyecciones de extracto de "Locomía".




El editorial de hoy del diario “El Tiempo” de Bogotá afirma que las palabras pronunciadas en los últimos días por Hugo Chávez “constituyen la más grave amenaza” a la seguridad de Colombia en más de siete décadas.

Este es el editorial del diario bogotano titulado “Tambores de guerra”:


Ha sido grande la preocupación que han creado en el país las palabras pronunciadas por Hugo Chávez hace una semana. Como es conocido, el mandatario venezolano habló durante su programa Aló, Presidente del acuerdo que permite el uso de bases colombianas por parte de militares estadounidenses, e hizo una admonición que no dejó dudas: “Compañeros militares, no perdamos un día en el cumplimiento de nuestra principal misión: prepararnos para la guerra y ayudar al pueblo a prepararse para la guerra”. Si bien, a los pocos días, el inquilino del Palacio de Miraflores sostuvo que lo que defiende su gobierno es la paz, el acto del viernes, en el que habló de un posible bombardeo a Caracas desde este lado de la frontera, no dejó dudas.

Ante lo sucedido, Colombia debe tomar con toda seriedad la que constituye la más grave amenaza a su seguridad en más de siete décadas, pues esta proviene de un Presidente que, además, es de formación militar. Sin ánimo de ser alarmistas, es necesario decir que, desde la lejana época del conflicto con el Perú, las trompetas de la confrontación no habían sonado con tanta claridad en esta zona del hemisferio. Quien las sopla no es otro que Hugo Chávez, cuyos gestos inamistosos hacia los colombianos se cuentan por decenas y que hace rato dejó de ser un personaje lenguaraz al que no hay que prestarle atención.

En consecuencia, es indispensable activar las alarmas en el territorio nacional, pero mantener la cabeza fría. La razón es que cada vez son mayores las posibilidades de una provocación, que puede ir desde un incidente fronterizo hasta un ataque contra instalaciones civiles o militares en Colombia. Semejante escenario les suena inconcebible a los habitantes de dos países hermanos, que rechazan en forma ampliamente mayoritaria cualquier tipo de hostilidad mutua. Y aunque hay que hacer votos para que no suceda nada, lo que procede es estar preparados para responder con la cabeza y no con el hígado.

Eso solo será posible si se hace un análisis racional de la situación. Sin desconocer que el mandatario venezolano ha entrado en un periodo de creciente impopularidad debido a los cortes de agua y de luz, al desbordamiento del crimen común y de los homicidios, a la contracción de la economía y a la inflación galopante, su animadversión hacia el gobierno colombiano viene desde mucho antes.


Los dardos de Chávez los recibió en su momento Andrés Pastrana y los ha tenido que soportar con cada vez más frecuencia Álvaro Uribe. Pero, aparte de la incontinencia verbal y las restricciones comerciales, Venezuela lleva años de carrera armamentista y de gestos amistosos hacia las Farc y el Eln, cuyos integrantes transitan por amplias zonas del territorio vecino, como lo documenta periódicamente la prensa caraqueña.

Una mirada detenida al discurso chavista, cada vez más radical y amenazante, denota un patrón que no puede ser ignorado. Por ello, quienes ven en la tensión reciente una cortina de humo para distraer a los ciudadanos venezolanos de sus incomodidades diarias pueden estar equivocados. Si acaso, el descontento de los votantes constituiría una razón adicional para que Hugo Chávez intensifique sus ataques contra los “escuálidos” -remoquete con el que identifica a sus opositores- y trate de sacar del poder municipal o regional a quienes lo contradicen. Ya lo hizo con el alcalde de Caracas, a quien despojó de buena parte de sus funciones, y ahora quiere intentarlo con los gobernadores de los estados fronterizos con Colombia, que rehúsan someterse a su férula.

Es dentro de ese esquema de consolidación interna de poder dentro del cual el tema limítrofe tiene especial importancia. Un choque con fuerzas colombianas o la acusación de que elementos paramilitares planean acciones en territorio venezolano puede ser la excusa que necesita el régimen chavista para suspender las garantías constitucionales, deponer a mandatarios locales y darles un papel formal a las miles de personas que componen las milicias bolivarianas y que han recibido armas del Estado venezolano.

En medio de tal escenario, Colombia necesita hacer oídos sordos a los cantos de sirena de quienes proponen contestar a las eventuales provocaciones con actos de fuerza. Una confrontación, por más corta que sea, causaría profundas heridas que tardarían años en sanar, y no dejaría ganadores. Por tal motivo, la actitud correcta del país es informar semana a semana a la comunidad internacional y tener mesura en declaraciones y respuestas.

Todo lo anterior exige recordar que la patria está por encima de los partidos. En ese sentido, hay que esperar que la próxima Comisión Asesora de Relaciones Exteriores sirva para conformar un frente unido, ojalá con la participación como invitados de los líderes de las bancadas que no se encuentran representados en ella. También, los diferentes aspirantes a la Presidencia y al Congreso deberían dar muestras de responsabilidad al tocar un asunto cuyo tratamiento merece el mayor cuidado y cuyo manejo corresponde única y exclusivamente al Presidente de la República. No se trata de ser alarmistas. Simplemente, de llamar la atención sobre algo que parece imposible, pero que debe ser considerado como una amenaza verdadera, hasta que la sensatez y el ánimo de cooperación con Colombia regresen al Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela.


http://www.noticias24.com/actualidad/noticia/115548/califican-las-palabras-de-chavez-como-la-mas-grave-amenaza-a-la-seguridad-de-colombia/

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