En un editorial titulado “El 2 de diciembre se decreta la guerra civil en Venezuela” el derechista Diario de América pronostica que, en Venezuela, se dará un baño de sangre después del 2-D. Una polémica visión de los acontecimientos.
Este es el encabezamiento y el editorial completo:
Durante 9 largos años, el pueblo venezolano le ha tratado de explicar a Chávez, de todas las formas pacíficas posibles, que no quiere imitar el modelo cubano. Mediante denuncias, juicios, marchas, referendos, elecciones y demás expresiones democráticas de la voluntad popular, los venezolanos se han manifestado en contra de la cubanización. En respuesta, y valiéndose de la Asamblea Constituyente, Chávez asumió el control de todos lo poderes públicos, particularmente el Consejo Nacional Electoral, cometiendo fraude reiteradamente.
Diario de América en editorial pasado, El fraude del próximo 02 de diciembre en Venezuela, destacó que lamentablemente para Venezuela la opción del voto, sólo podría concluir en suicidio y crimen. Hugo Chávez ha impedido que la opinión de la mayoría sea respetada.
Pero esta vez el teniente coronel golpista ha ido demasiado lejos, proponiendo una reforma constitucional (más bien una nueva Carta Magna) que convierte a Venezuela en una nueva Cuba, en contra de la voluntad de la inmensa mayoría de los ciudadanos.
Poco le importa a Chávez que la reforma sea un golpe de Estado, como lo han denunciado desde todos los sectores. Igual piensa imponerla de manera irresponsable mediante un referendo el próximo domingo 2 de diciembre, en el cual se cometerá, una vez más, un fraude descomunal.
Todo indica que el pueblo venezolano no se quedará tranquilamente en sus casas, aceptando sumisamente la esclavitud, sino que habrá una reacción incalculable, no sólo dentro del sector civil, sino también en el sector militar, que rechaza la destrucción de las Fuerzas Armadas, para convertirla en una guardia pretoriana del Régimen.
No faltarán líderes opositores colaboracionistas, dentro de los partidos Primero Justicia y Un Nuevo Tiempo, que saldrán apresuradamente a reconocer la victoria de Chávez en el referendo, para frenar la protesta popular, pero ya carecen de credibilidad y de arrastre. Cada venezolano seguirá su propia conciencia y no el llamado de los dirigentes.
Chávez está consciente de la reacción popular, y el domingo pasado, su acostumbrado programa Aló Presidente, llamó públicamente a sus seguidores, civiles y militares, a ahogar con sangre la protesta, como lo hizo el 11 de abril de 2002.
Igualmente desde Diario de América lo hemos venido advirtiendo, preciso destacar la reflexión del dirigente opositor Alejandro Peña Esclusa, en el llamado que hace en este video.
El hombre que ha dedicado su actuación política a devolverle a los venezolanos su identidad histórica: “Venezuela, Tierra de Gracia”, esa será mi consigna. “Venezuela, país de Libertadores”. Venezuela, país bendito, belleza sin igual, con habitantes generosos, valientes, alegres, cariñosos.”
Tristemente, la situación se asemeja a la que vivió España en 1936, poco antes del estallido de la guerra civil. El 16 de febrero de ese año, se realizaron unos comicios fraudulentos. El país estaba peligrosamente polarizado, por la intención del gobierno de Manuel Azaña de imponer un modelo comunista, en contra de la opinión de medio país.
Tres días antes de las elecciones, José Calvo Sotelo, líder del Bloque Nacional, pronunció un discurso repudiando las elecciones: “La revolución no se bate en las urnas”, dijo, añadiendo que “la obediencia es la contrapartida de la legalidad. Y cuando falta la legalidad, en deservicio de la patria, sobra la obediencia”.
Bajo el título “Media nación no se resigna a morir”, el diario católico El Debate reproducía el 16 de abril de 1936 las palabras pronunciadas el día anterior en el Congreso por el diputado derechista José María Gil Robles:
“Una masa considerable de opinión que es, por lo menos, la mitad de la nación, no se resigna implacablemente a morir: os lo aseguro. Si no puede defenderse por un camino se defenderá por otro. Frente a la violencia que desde allí se propugne surgirá la violencia por otro lado, y el poder público tendrá el triste papel de mero espectador de una contienda ciudadana en la que se va a arruinar, material y espiritualmente, la nación“.
En efecto, ante el asesinato de Calvo Sotelo, cometido el 13 de julio por el oficialismo, comenzaba la guerra civil.
El estado psicopático de Chávez le impide ver la realidad. En apenas dos semanas, el Maestro de la Provocación, ha sido silenciado por el rey Juan Carlos, reprendido en la OPEP, suspendido en su papel de mediador con las FARC y criticado por Bachelet, pero está enceguecido por la soberbia y por la adulancia de sus seguidores, incapaces de llamarlo a la cordura.
El teniente coronel golpista no quiere retirar la propuesta de reforma y eso lo llevará a su fin, pero a costa de gravísimas pérdidas humanas y materiales.
Por su parte, la comunidad internacional debe estar muy clara y no dejarse engañar, como lo hizo el 11 de abril de 2002. En esa oportunidad no hubo un golpe de Estado, sino una terrible masacre, astutamente encubierta con la propaganda sobre el golpe.
Esta vez, no debemos creerle a Chávez cuando exclame que es víctima de un golpe. Él y sólo él, es responsable de la tragedia que se avecina en Venezuela.
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