lunes, 5 de noviembre de 2007

"La universidad es un obstáculo para el proyecto de Chávez"



Entrevista // Orlando Albornoz, investigador emérito


La mentalidad militar es profundamente antiintelectual, ve una relación simple y elemental de obediencia.

La ofensiva legal y política que ha desatado el Ejecutivo contra las universidades autónomas, bajo el camuflaje de la reforma constitucional, no sorprende al sociólogo e investigador emérito de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Orlando Albornoz. En su libro La libertad académica y la mentalidad autoritaria ya vislumbraba este accionar.

"El conflicto actual es la confrontación entre la mentalidad militar y la académica. El militar uniformado, armado, homogéneo, y ahora con mucho dinero y petróleo, y la universidad abierta, crítica y disidente. Los académicos lo único que podemos hacer es tratar de negociar. Hay que hacerlo hasta el punto de lograr una mediación internacional que le explique al Gobierno que no debe intervenir a las universidades, y decirle a las universidades que deben negociar con el Estado, que es el que las mantiene, en nombre de la sociedad".

-¿Es eso posible ante el absolutismo del Gobierno en imponer su visión socialista?

-Sí cabe. Las universidades no pueden seguir manejándose como entidades distintas al Estado, y éste tiene que entender que la universidad es un factor para el desarrollo.

-Acá el Estado es Gobierno y el Gobierno es el PSUV. No es la instancia que integra a la nación, a la sociedad, como en otros países.

-Entiendo. Este problema se está planteando en Europa. En Rusia, Putin está negociando y ha aceptado que las universidades tienen sus propios espacios en los cuales el Estado no debe intervenir. Hay que asumir que no somos un partido político sino una agencia intelectual que independientemente de su criterio y su verdad debe negociar y persuadir. La universidad no debe atacar al Gobierno, sino disuadirlo de su equivocación. De este conflicto sólo perderá el país, por eso debemos rechazar la mentalidad militar. Hemos sido sumamente pasivos y hasta cooperadores.

-¿La tibia reacción del sector a la reforma del artículo 109 es parte de esa pasividad?

-Es que la preocupación por la autonomía y la libertad académicas es marginal en universidades autónomas e inexistente en experimentales y privadas.

-¿Por qué es marginal en las autónomas?

-Porque se ve la autonomía desde la vieja escuela jurídica. Desde lo técnico y científico la autonomía es producción académica, y ésta no existe donde existe el modelo docente. El estudiante ve a la universidad como la relación profesor-alumno, y la misma sociedad observa a la universidad como una burocracia. No como una organización que genera bienes y servicios que benefician la vida cotidiana. Es marginal, porque las universidades son cada día más burocráticas. Los universitarios protestan porque temen más por su seguridad social, pero no por la virtud o el virtuosismo académico. Ahora, con el voto de empleados se podrán llamar universidades ministerio.

-Pero tampoco los empleados han exudado júbilo porque ahora podrán votar.

-Porque ellos son los primeros que se saben engañados. Es un populismo tan burdo que me niego a discutir. Es tan banal permitir que ellos voten cuando ellos son los primeros que no están en capacidad para discutir, ni superficialmente, el objeto de la academia. Sólo un gobierno obsesionado por el poder ve en las universidades el último reducto de su ambición imperial.

-¿Es la resistencia contra la mentalidad militar?

-La mentalidad militar es profundamente antiintelectual, ve una relación simple y elemental de obediencia y reiteración de los mensajes. A partir de ese simplismo se pretende crear aldeas universitarias, una contradicción, la universidad es eso, universal, y la aldea es inmediatista y aislada. Mil 500 aldeas y 58 nuevas universidades anuncian porque creen que abrir una universidad es abrir un aula. Esa aplicación militar busca crear el miedo a la academia. Cuando el Gobierno, correctamente, amplía el ingreso comete el error de aplicar el populismo para popularizar lo que no obedece a eso. Lo más grave es que el Gobierno patrocina el miedo a la academia, que es rigor, severidad, virtuosismo, exigencia, dedicación y estudio. Se quiere acentuar el credencialismo, se piensa que la universidad y la academia son sólo una credencial.

-¿Está masificación lo que más busca es crear una especie de milicia estudiantil?

-El Gobierno tiene un solo concepto: movilización popular. No ve a la universidad sino como un número de estudiantes y profesores, eso no es nuevo, eso lo instaló Pérez Jiménez. Cada 2 de diciembre, fecha del referendo, desfilaban los estudiantes y profesores vestidos de liqui liqui. Este gobierno es más de lo mismo. Los que tenemos experiencia histórica acordamos que esta administración es un calco de la parafernalia militar, el boato y el secreto de ese régimen de Pérez Jiménez. El Gobierno quiere movilizar a la sociedad en una sola dirección y la universidad quiere ir en otra. Las instituciones deben hacer un gran esfuerzo para generar sus propios recursos. Mientras la universidad dependa de los fondos públicos no será autónoma sino autárquica.

-Para encauzar en su misma dirección a las casas de estudio el Gobierno cuenta con el poder jurídico, político, burocrático y de movilización para obligar a las universidades a que entren por ese carril.

-Este gobierno no ha carecido de inteligencia. No ha repetido los errores de otros regímenes del pasado, y progresivamente ha ido conculcando los derechos y las libertades con una nueva metodología. Pero ahora estamos llegando al punto de quiebre. La imposición del proyecto socialista entraña la liquidación de toda forma de oposición. Esta amenaza ya la ha captado la sociedad, por eso estamos frente a una sólida y seria protesta frente a la reforma. Diversas voces han cuestionado el proceso de esta reforma, que tal como está planteada, debe conducir más hacia una asamblea constituyente. En el mapa estratégico que el Gobierno ha diseñado está claro que la autonomía universitaria es un obstáculo para su proyectos. Ahí está la lucha del movimiento estudiantil que está incomodando la mentalidad autoritaria y militar del Gobierno. Es por eso que reitero la necesidad de la mediación de organismos internacionales para que persuadan a las partes. Estamos en una situación suicida.

-Pero igual hay académicos que apoyan la política oficial y hasta reniegan de su condición de docente como el diputado Earle Herrera.

-Para eso es la mediación, para lograr un acuerdo. El caso de Herrera tomó un cariz personal, entiendo que es doctor, si fue profesor titular. Ahora lo acusan de beodo o traidor, no voy a caer en ese plano. Lo que sí puedo afirmar es que el Gobierno está dedicado a crear conflicto. Si no hay espacio para la mediación, la universidad, con todo su poder moral y espiritual, deber hacer frente.

-¿Cuál es la capacidad de resistencia si la autonomía es algo marginal?

-Aun así, la autonomía y la libertad académicas son temas sensibles sobre todo en los estudiantes. El Gobierno está despertando cierta emocionalidad que le creará, y está creando, dificultades. Ahí encontramos que si bien los profesores piensan más en su seguridad social que en la autonomía en sí, los estudiantes no. Ellos darán una lucha más inmediata, con objetivos claros.

-Pese al ataque, muchos funcionarios del Gobierno llaman para lograr un cupo para sus hijos en la UCV.

-Si yo tuviera un hijo buscaría seguridad y calidad para su formación. Es obvio que preferiría a la UCV, que pese a todos sus problemas y debilidades obedece a una tradición, a una exigencia y a una esencia académica contra la cual ningún gobierno ha podido ni podrá. Después de Chávez habrá UCV.


Gustavo Mendez
http://politica.eluniversal.com/2007/10/30/pol_art_la-universidad-es-u_566376.shtml

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