viernes, 7 de septiembre de 2007

EN EL AUTOBUS DE LOS PERDEDORES

Cuando vemos la decisión irrefrenable de Hugo Chavez y su rebaño parlamentario, de llevar a Venezuela directamente al desastre, nos sentimos obligados a recordar la misma actitud en personajes históricos como Luis XVI o el zar Nicolás II, que no fueron capaces de prever hacia dónde los empujaba su empeño de mantenerse al margen de los cambios sociales, políticos, económicos y culturales que se producían en el mundo de ese tiempo. Algo parecido está ocurriendo en Venezuela, y la recurrencia con que estamos apareciando en las estadísticas mundiales, escoltando a los más atrasados países africanos, y siendo siempre líderes en los renglones negativos de corrupción e improductividad, inseguridad personal, desinversión y reaparición de enfermedades endémicas que se creían erradicadas, es buen indicativo de ello.

Ahora se nos está imponiendo una nueva constitución, que recoge todos los ingredientes que han sido desechados por las sociedades que han salido adelante y que marchan a la cabeza de las naciones exitosas. Parece que para el pensamiento de Chávez es imposible detenerse a analizar el por qué progresan unos países y otros se hunden tan profundamente que sus ciudadanos están hoy más abajo que los esclavos en los siglos precedentes. Sólo se ha dedicado a colocarle trabas al desarrollo, a dilapidar los recursos del país, a destruir su aparato productivo, a incrementar su dependencia alimentaria y tecnológica, a asociarse a países enemigos de la libertad, a espantar a todos los venezolanos mejor preparados académicamente, dándole preponderancia a una casta de mediocres sin precedente en nuestra historia, malgastando el tiempo en temas abstractos en detrimento de lo práctico, lo que le lleva a ocuparse de estupideces como cambiarle el nombre a todo lo que se le antoje, armarse para una hipotética y paranoica invasión imperialista mientras descuida a la delincuencia y al desempleo que se mueven a sus anchas con la complacencia del gobierno.

Trata de imponer un socialismo que no comprende y que por ello le es imposible explicarlo. Con esa legislación autoritaria, antidemocrática y anticuada, se aísla a Venezuela aún más de las naciones avanzadas, mientras el chile socialista extiende acuerdos de libre comercio, buscando clientes para sus productos y generando miles de puestos de trabajo para sus ciudadanos y panamá atrae inversiones a granel llenando de prosperidad a su pueblo y brasil y México son llamadas a incorporarse al privilegiado club de las naciones mas poderosas del mundo, Chávez se empeña en montar a Venezuela en el autobús de los perdedores.

Jorge Ramirez FernandezEsta dirección de correo electrónico está protegida contra los robots de spam, necesita tener Javascript activado para poder verla

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