domingo, 27 de julio de 2008

Caracas 441: ¡El Derecho a la rebelión!





Viene una campaña electoral compleja que de manera engañosa nos van a querer presentar como "muy sencilla". Los burócratas chavistas dirán a los electores de ese sector que "efectivamente, nuestros candidatos son muy malos, pero el más malo de nosotros es preferible a cualquier escuálido, apátrida, hijo de Bush". Por su lado, la oposición le dirá a su electorado "es verdad, hemos cometido errores y algunos de nuestros candidatos son impresentables, pero el peor de los nuestros es mejor que cualquier chavista, comunista, totalitario y amigo de las FARC". Frente a ambos discursos, los ciudadanos -chavistas y opositores- debemos exigir respeto...

Los votantes chavistas de Caracas tienen todo el derecho a rebelarse contra los candidatos de esa tolda política en los distintos municipios de la capital y en la mismísima Alcaldía Metropolitana. Tal rebelión sería un acto de legítima defensa.

En efecto, su candidato a Alcalde Metropolitano, el profesor Aristóbulo Istúriz, es -para decirlo en la jerga docente que alguna vez le fue familiar- un pésimo repitiente. Su experiencia como alcalde del Municipio Libertador fue descorazonadora. Tras haber llegado a la alcaldía en alas de la esperanza, se fue de ella en los tristes lomos de la decepción. Lo hizo tan mal, pero tan mal como alcalde, que el electorado caraqueño terminó añorando (y reinstalando en el poder) a Antonio Ledezma, en aquellos años en que haber sido cercano a Carlos Andrés Pérez era poco menos que pecado mortal. El señor Jorge Rodríguez, actual candidato oficialista a la alcaldía del Municipio Libertador, ni siquiera vive en el municipio que aspira regir (reside en un super apartamento en la urbanización Altamira, municipio Chacao, dato que se hizo público y notorio cuando estrelló su lujosísimo auto importado marca "Audi" saliendo de una reunión social en su residencia, hace algún tiempo…). Además, jamás ha estado vinculado a ninguna lucha política o social del pueblo (ni del pueblo chavista en particular, ni del pueblo caraqueño en general). El caso del candidato a la alcaldía del Municipio Sucre, el teniente Jesse Chacón Escamilla, es aun peor, pues no sólo no ha tenido nada que ver con las necesidades, luchas y esfuerzos de los petareños, sino que además -tras su estéril paso por el Ministerio de Relaciones Interiores- quedo asentado como un hecho claro, evidente e incontrovertible su extrema incapacidad para operar con mediana eficiencia sobre el principal problema que enfrenta ese municipio: el sangriento morbo de la inseguridad.

Pero, a la luz de las realidades, los votantes opositores de Caracas también tienen derecho a rebelarse contra buena parte de las conductas que han tenido los sectores políticos en los que hasta ahora han confiado.

Ciertamente, parece inexplicable para el raciocinio del elector opositor lo que pasa en Chacao. Ese municipio debiera ser para la oposición algo así como la "nave insignia" de su oferta electoral para todo el país. "Funcionar como Chacao", "lograrlo como en Chacao" pudo haber sido una excelente consigna, convocante y movilizadora, por estar apalancada en una gestión razonablemente defendible. Chacao debió ser protegido como parte del legado de hechos que un gobierno democrático puede dejar en una ciudad. Pero en lugar de cuidar ese legado, la oposición se ha dedicado a un inexcusable ejercicio de canibalismo. En Baruta, un joven dirigente que viene de ser el concejal más votado en el municipio y que tiene ocho años preparándose para ser alcalde, en vez de ser apuntalado por la oposición es atacado por una curiosa alianza que tiene en un extremo a Clodosbaldo Russián y en el otro a elementos de su propio partido, pasando por secretarios generales nacionales de partidos de oposición que se olvidaron de su responsabilidad nacional para dar paso a un furor municipalista tan súbito como poco creíble. En El Hatillo, donde (al revés que en Chacao) un gobierno municipal de un partido opositor realizó un pésimo mandato, por eso mismo la oposición estaba obligada a reivindicarse, realizando una propuesta integrada y coherente; En lugar de ello, tenemos una amarga disputa aun no resuelta. En el Municipio Sucre un liderazgo sólido, construido a pulso durante ocho años, fue desafiado hasta hace días por una operación publicitaria que casi da al traste con las posibilidades unitarias. En Libertador (con mucho el municipio más exigente y difícil, por lo agudo de la demanda social, y el más importante políticamente, por ser el asiento de los poderes públicos nacionales) inexplicablemente los partidos de oposición formularon propuestas muy respetables, pero sin la capacidad de convocatoria indispensable para promover el cambio necesario, como hoy lo reconocen -encuestas en mano-los mismos dirigentes políticos nacionales que promovieron o permitieron eso que ahora avizoran como desastre. En la Alcaldía Metropolitana la ausencia de una clara señal de qué hacer en caso de que la ilegal inhabilitación de Leopoldo López se mantenga, abre la compuerta para que -tal como ocurrió hace cuatro años- se ceda en los hechos una posición que voto a voto puede ser ganada en las urnas.


Pero no todo esta perdido. Los ciudadanos podemos hacer la diferencia. Viene una campaña electoral compleja (en realidad son más de 330 campañas distintas, sobre realidades diversas, que requieren tratamientos diferenciados…) que de manera engañosa nos van a querer presentar como "muy sencilla". Los burócratas chavistas le dirán a los electores de ese sector político algo así como "efectivamente, nuestros candidatos son muy malos, pero el más malo de nosotros es preferible a cualquier escuálido, apátrida, hijo de Bush". Por su lado, la oposición convencional le dirá al electorado opositor "es verdad, hemos cometido errores y algunos de nuestros candidatos son impresentables, pero el peor de los nuestros es mejor que cualquier chavista, comunista, totalitario y amigo de las FARC".

Frente a ambos discursos, los ciudadanos -chavistas y opositores- debemos exigir respeto. Estas son elecciones regionales y locales. Los funcionarios que resulten electos serán los responsables de servicios puntuales como el aseo urbano, el transporte colectivo, el alumbrado, el mantenimiento de vías y espacios públicos, es decir, de temas que afectan directa y diariamente nuestra calidad de vida. Debemos por ello, con independencia de criterio y razonamiento autónomo, contrastar sus ofertas con nuestros requerimientos reales, sacar cuentas y tomar decisiones. Debemos abordar, con ánimo al mismo tiempo desprejuiciado y crítico, la oferta programática de los candidatos y pasar a establecer precisiones: ¿Cuáles son los objetivos que se plantean lograr en cuatro años de gestión? ¿Cómo piensan hacerlo, con que estrategias y qué acciones? ¿En qué tiempo? ¿A qué costo? ¿De dónde piensan sacar los recursos? ¿Con qué equipo humano? ¿Estableciendo qué alianzas? Si en vez de responder a estas preguntas los candidatos oficialistas empiezan a hablar generalidades sobre la "defensa de la Revolución" y la "construcción del Socialismo del Siglo XXI", los electores chavistas ya sabrán que no estarán frente a candidatos serios, sino ante habladores de pistoladas. Igualmente, si en vez de dar respuestas a estas preguntas los candidatos opositores comienzan a elucubrar vagamente sobre "la Democracia y la Libertad" y a propósito de "las virtudes mágicas de la unidad", los electores opositores podrán concluir que están frente a personas que quizá puedan ser buenos candidatos (a veces, ni eso) pero que definitivamente no serán eficientes mandatarios locales o estadales.


Una actitud y conducta como esa, de sana y constructiva rebeldía frente a las coartadas de la polarización, puede ser el mejor regalo del pueblo caraqueño a esta hermosa y maltratada ciudad que el pasado viernes cumplió 441 años. Una ciudad que, como todo el país, puede y debe levantarse de su actual estado de deterioro, descuido, azotada por la inseguridad y la injusticia social, y volver a ocupar el lugar de vanguardia que alguna vez tuvo entre las ciudades del continente. Y que lo hará, en la medida que los ciudadanos obliguemos con nuestra presión a los funcionarios que nos representan a que cumplan, a que no olviden que el poder no es un botín y que los cargos públicos no son los peldaños de una escalera. A que no olviden que el poder es servicio, es "el poder" hacer, "el poder" construir, "el poder" mejorar la vida.
De eso se trata.

Jesús TORREALBA
Noticiero Digital
http://www.noticierodigital.com/forum/viewtopic.php?t=411761

No hay comentarios: