viernes, 10 de agosto de 2007

Odio, mentiras y obediencia

La existencia de una ideología es una demanda táctica del proceso que se nos quiere imponer

La ideología es el sistema de ideas y representaciones que domina el espíritu del hombre o de un grupo social", pontificó Carlos Marx, inspirador de abominables sujetos históricos, insurrección armada, terrorismo, golpes de Estado, revoluciones, organizaciones políticas y sistemas de gobierno que representan costosísimos fracasos para la humanidad.

La existencia de una ideología es una demanda táctica del proceso que se nos quiere imponer. De allí que el jefe haya dicho que, en efecto, el proceso tiene su ideología. Tres motores mueven esa ideología.

Primer motor: Odio. "En mi corazón no hay cabida para ningún sentimiento de revancha, para ninguna pizca de odio," dijo aquel diciembre de 1998 cuando habló por vez primera como Presidente Electo.

Durante los 9 años que nos separan de entonces, el odio ha sido el combustible de su verbo. Odio contra todo aquel que disienta. Campeó el odio durante los indignos y ultrajantes desalojos de las familias de los campos petroleros. Odio contra el pasado, contra su propio pasado. El 4 de febrero es la sangre del odio. No en balde el rojo es el color de su revolución. El odio insaciable es el cubil en el que se han gestado los zarpazos que le ha hecho dar a RCTV.

Segundo motor: Mentiras. "Existe la herencia demagógica de un Estado manirroto acostumbrado a gastar y a gastar para absorber el clientelismo partidista. Se acabó. Eso se va a acabar. Ustedes saben que yo no tengo compromisos de ese tipo", dijo el mismo domingo de 1998. Y agregó: "Pdvsa se ha convertido en un Estado dentro del Estado y eso se va a acabar en el gobierno de Hugo Chávez Frías".

Ha despilfarrado millones de dólares ajenos para financiar su mentirosa campaña global de promoción. Pero el paroxismo de su manirrotura son los 5.4 billones de bolívares que ordenó otorgar a los Consejos Comunales para comprar el apoyo que le permita reformar la Constitución y perpetuarse en el poder, su único seguro de vida posible. En cuanto a la afirmación sobre la petrolera, ha ocurrido justamente lo contrario: Pdvsa es una gigantesca ballena que se traga al Estado.

Tercer motor: Obediencia. "Mi vida militar quedó atrás", sentenció aquel día. Los muchos actos oficiales a los que ha asistido en traje militar lo desmienten totalmente. Su visión del país es la visión del jefe del cuartel. Y en los cuarteles se obedece. Punto.

Tal y como hacen sus empleados de todos los poderes públicos, coreaban disciplinadamente hace poco en un acto del PSUV en el Poliedro: "Ordene Mi Comandante, que nosotros obedecemos". Los organizadores del acto sabían (por eso cobran) que al jefe lo que más le gusta en la vida es que todos le digan eso. No asombra que el PSUV esté formado por batallones. Esa palabra encierra la clave del carácter del partido y de la conducta que se espera de sus militantes.


Alvaro Benavides La Greca
www.eluniversal.com

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