martes, 25 de diciembre de 2007

Escoriasis psíquica del Rey Cotorra o alcagüeteando la falta de güebos y leche en navidad


Dicen que fue la agüela la que alcagüeteaba la falta de güebos, y "La Linda" la de leche. Sobre La Linda caían las sospechas más extrañas debido a que era una burra -de las que andan en cuatro patas- a la que los bromistas apellidaban Guacamétemela. Y que por eso los güespedes del jolgorio encomilonado acostumbraban echarle los güesos sobrantes con ñingas de carne páchupá, creándose así la leyenda de la vida güeca y las historias agüerfanizadas del Rey Cotorra: en completo desdén por su sangre roja rojita, que brotaba a veces como agüita pataruca antes de descubrirse el ungüento alquímico de pus que la hizo azul azulita y permitióle -así, vía coup d'té defraudé- aspirar a la napoleónica güevá de una auto-coronación sabanetaviana.

Aunque la realidad nos dice que Sabanetavia no volvió a ser la misma después de la fiesta de carnestolendas donde el pequeño –entonces "chiquitiiiico"- fue envuelto en su primer disfraz como Atila El Enano, evento para el cual se importó y estrenó el Primer Burro de la metrópolis. Y poco después –ya más "grandeciiiito" el "chiquitiiiico"- conocería la verdadera carnita mechá, calificada por la intelligentzia como el oscuro objeto del deseo, compenetración que se hizo posible gracias a la prestancia facilista de la sin par Linda Guacamétemela, que siempre andaba por ahí rebuznando amores realengos antes de que se le confiriera el título de la Primera Burra de Sabana Grande. Por cierto que la pobre hasta el día de hoy se recupera con tratamientos psiquiátricos en un módulo de Burrio Adentro, atendido por sus propios dueños los médicos cubanos, más especializados en gallinas verticalmente clavadas. Cabe señalar que la experiencia cuadrúpeda ha impedido, también hasta el día de hoy, que el Gran Primate pase efectiva y coherentemente al segundo nivel, poblado por vípedas de prestancia menos facilista.

Y habiendo comenzado por ahí la saga psíquica de nuestro personaje, la familia dilucidó en rezos abstractos oportunos la dificultad que habría en el proceso de construir algún tipo de personalidad para quien en aquél entonces sólo deambulaba por las sabanas canturreando: "Ay mi burrita sabanera voy contigo a todas partes..." Y el padre, quien sabía que ese proceso de construcción cerraba a los 21 años en todas las personas normales, y que si no se repartían de manera adecuada las cargas de personalidad, las cargas desproporcionadas darían como resultado una configuración patológica "vitalicia para toda la vida", perspectiva de cierta ocurrencia debido a que el muchacho díscolo entendía que patología era "pato con logia", cosa que no le parecía tan grave. Y la madre, más atenta, criticaba al "Vagoneta" porque cuando no estaba detrás de "Lali" (como llamaba cariñosamente a "La Linda"), estaba en caimaneras con los demás jubilados de la escuela tratando de convencerlos de que en las Grandes Ligas las pelotas eran cuadradas (confusionismo con el cual conseguiría alguna ventaja deportiva).

"Ese muchacho es sociopático", decía la madre.

"¿Y qué de malo tiene tener un socio patico?", comentaba el hijo.

"Tienes razón, vieja", agregaba el padre. "Este carajito está diseñado para el conflicto, y como todo sociópata tendrá un final trágico. Para entenderlo serán necesarios todos los aportes de la psiquiatría."

Sin saberlo a ciencia cierta, pero observándolo en la práctica incierta, los viejos ya sabían que su Pequeño Primate estaba biológicamente diseñado para violar las normas, desconocer la lealtad, actuar con la mentira, vivir sin afectos estables, sin sensibilidad ni arrepentimientos, ajeno a la paz con otros y manipulador hasta el infinito.

"¡Entonces fuera con él!", sentenció la madre. "¡Que se vaya a vivir con la agüela Palomasanta! Ella también vive fuera de la realidad, creyéndose única y más que los demás. ¡Es una narcisa! ¡Cómo será que lleva más de 50 años esperando que sus ojos marrones pasen a ser azules; porque se lo merece, dice! Además, vive agresivamente obsesionada y trastornada con que yo la voy a matar. ¡Magnicidio, magnicidio, grita a cada rato como una loca!"

"No sé", dudó el padre, "la agüela es muy básica de cultura, como toda elorziana."

"¡Como él! ¿Qué más te puedo decir?", remató la madre . "Ambos tienen la apariencia de inteligencia, pero es la inteligencia de los que engañan, la habilidad para manipular. ¡Siempre tendrán los ojos marrones!"

El padre reflexionó, y dijo:

"Me temo que quizás sea tarde para que la ingeniería genética haga algo por él. Ni que quisiera podría ser distinto. La loquera es su destino. Será dominante, dictatorial, y más con las mujeres, que son tan diferentes a Lali."

También la madre reflexionó:

"Quizás sea lo único en que sirva para algo. Hay mucha gente tonta en este mundo, que aman lo ficticio, y que los manipulen, así no piensan. Quizás si crea una secta de incondicionales nos salpique con alguito, algo de Dolce & Gabana por ejemplo, y no esa lógica rompida y corrompida con incoherencia distorsionadora. Sea como fuere, al final terminaremos patasrriba en la soledad de la ignorancia y la escasez. ¡Qué maldición tan gitana!"

Y así siguió la Vida Loca Cotorraqua en el transcurrir de los años, profundizando más en la psiquis que en lo que dice la "Biografía Oficial del Rey Cotorra", que ya habrá tiempo de desempolvar y desentelarañizar, porque más allá de la ambición máxima de ser un pelotero desenguayucado y uniformado y de jugar con algo más que chapitas de Green Spot y bolas de papel y medias, las caimaneras militares confirmaron que en el piso de arriba, donde usualmente hay un cerebro, tampoco había el aserrín suficiente para pasar a niveles de estado mayor, dejando ahí a la arepa mojada flotando sola en el ocio del Hablador de Paja, oficio que comenzó a hacerse profesión con cualidad y calidad en los defectos y con un vacío discapacitado donde se mordía los codos y pateaba cuántacosa repitiéndose: "Por ahora no sirvo para nada, por ahora no sé un coño, por ahora pelo bola y gajo, pero...¡La pagarán!"

Y de tal manera continuó el historial de expedientes psíquicos que le permitió sobrevivir inculpando eternamente a los demás, insuflando de mentiras las verdades, narcisamente, como le enseñó la agüela cotorreándolo hasta altas horas de toda hora, conformándole una salud mental unplugged y una organicidad cerebral que, acorde con su biotipo de soñado pavo real, se multiplicaba profundamente repetitiva y de mínima imaginación, elementos que constituían un combo de diversión para los psicólogos y psiquiatras de la Escuela Militar.

Por las noches, macabras como las de Transylvania, se hinchaba la naturaleza vengativa, agresivamente confrontadora y exaltada en complejos poco edípicos y electrados, pero tantamente tanáticos e incapaces de asimilar actitudes meditativas y de elaboraciones mentales que superaran lo impulsivo, acumulando tensiones psicodélicas que descargaba en explosiones emocionales, burbujeando en ideas ajenas a la originalidad, que memorizaba y repetía ante sus esmirriados cenáculos de conspiradores y golpistas, los más de ellos honestos en reconocer desde un principio la posibilidad de un cuero seco acartonado con valor agregado cero, cuero que se pisaba por un lado y salpicaba por el otro una escombrera de pensamientos escoriados y sin flexibilidad, con actitudes esclavonias, similares a su estilo de baile a la escobillón (de tumbaos rígidos de lado a lado sin sabor de caderas, que en el pitcheo de manos ñocas sólo habilitaba rectas fonfas).

En estos años de brillo nulo fue ampollándose la carencia de capacidad reflexiva, la imposibilidad de síntesis y la abundancia de pasiones primitivas, características inadecuadas y nefastas para conducir destinos humanos, lo cual aprendió a ocultar cotorreando prolíficamente, ensayando pomposamente el discurso anhelado de ser admirado, de sorprender, pasmar y estupefactar, en sustitución de mensajes claros ausentes. El Autócrata de Plastilina no soportaba disensiones ni críticas, pero se calaba algunas porque veía como más ofensiva la indiferencia; y al confrontar sin base alimentaba la soberbia y la autosuficiencia que soñaba en fantasías de logros, talentos y éxitos ilimitados, que no existían pero que tanto envidiaba, asentándose así las bases para lo que llegaría a ser una potente adicción: el poder; un poder que jamás obtendría mientras existieran "otros", los que envidiaba, desconocía y atacaba, porque no eran él. ¡Cuánto silencio y vida oculta esperando para que en algún momento algún reino dependiera exclusivamente de su Escuálida Personita Distorsionadora!

Y así evolucionaban los trastornos psicopáticos, fortaleciendo los valores de un Verdadero Caradura: alimentando asentamientos psicóticos con cuidadosos disfraces de normalidad, consolidando relaciones superficiales sin ningún tipo de vínculos profundos, indolentemente asumiendo una máscara de cordura barnizada de encanto, elementos que se desvanecían al conocerlo bien y captarlo en su esencia.

En estos "juegos" psicológicos interiores que no entendía y desconocía aun cuando maduraba etariamente, casi como un hombre, permanecía el Joven Primate asimilando ávidamente –para sobrevivir- el uso del engaño, la mentira y la insinceridad, afinando la inexistencia de remordimiento y vergüenza, como lo alentaba la agüela ácida, maestra alcagüeta de la manipulación por vía del café negro negriiito, complementándose el Psicópata Primate con trucos que afinaban la credibilidad a través del asombro y falsedades pertinentes al caradurismo avanzado, incluyendo rasgos compartidos con asociados, alianzas y gangs, Cosa Nostra propulsadas por intereses psicóticos comunes, y jamás por algún tipo de aprecio personal genuino.

Estas habilidades desequilibradas y absorbidas subconcientemente sin protesta impedían el juicio ajustado a la realidad, sumándose a la incapacidad de aprender de las experiencias, por más bataclanas y balurdas como eran, confinándolo enajenadamente a un estanque mental de ganancia cero en materia de progreso y evolución. Por el contrario, como quien pule bolas, bulas, burlería, embrollos, chapucerías, cobas, calumnias, chismes, embustes, engaños, fábulas, falacias, quadramañas, infundios, inventos, patrañas, paparruchas, quimeras y todo otro antónimo ajeno a la verdad y la realidad, el futuro Rey Cotorraqua armaba admirablemente una pirámide invertida de Egocentrismo Patológico, como se explayaría y confirmaría en su fastidiosismo mediático "¡Hello Esclavonios!", donde por cierto se prohibieron las llamadas de Lali para evitar la redundancia de rebuznes, y de donde, para más por ciertos, cogieron hojilla de picar piedras ciertas mareas de silbidos humanoides con bocazas hipopotámicas de aliento putrefacto y peorroide, siendo por otro por cierto algunos condecorados con la Orden Dilmoxón Pútrido.

Para La Linda, sin embargo, no había dudas: su Teratólogo Escarlata era una amorfia totalmente incapacitado para el amor, de relaciones afectivas paupérrimas y superficiales, de remonta, periféricas, desconsideradas, irrespetuosas, sin buen trato, impregnadas de sarcasmo, burla y desprecio, atento sólo a sus beneficios, chuki-chuki y ya, vola mariposa vola, y pámásná. Y así lo confesó Lali en una entrevista con Nitukiti Vampi en Animal Planet: "Es un monotipo de menosperma que utiliza el amor para apaciguar sus tensiones internas, imposibilitando así el aprecio de la realidad, como los demás homo sapiens, y que en éste de sapiens no había nada nadita, aunque quizás de sapeons tenga mucho."

La límpida Nitukiti afincó sus garras de Vampi con la siguiente pregunta:

"Díganos, Doña Linda, como Primera Burra de Acoplamiento entre los diversificados polvos atilanos de Sabanetavia, ¿cómo vio usted la evolución en el tiempo de su tan Enamoradizo Primate?"

"Bueno, le diré: como Jinete Adicto a tantos mecanismos psicológicos monocráticos, fue como una escalada antropoide, una secuencia cinematográfica que de lo falso pasó a lo criminal y de ahí a lo macabro y a la violencia de cualidad letal, asesina; luego a la siembra del pánico ajeno, tal como lo alimenta tal adicción. Fue una evolución de momentos terribles, macacos y orangutanoides, yo que se lo digo, porque había que verlo moneando y saltando de bejuco en bejuco y dejando aquella estela de errores fatales que indefectiblemente lo comprometían solo solito, y que trasdespués también repetía en rojo rojito y –lo peor- en soñado azul azulito."

"Doña Lali, usted insiste mucho en lo antropoidal del Primate, ¿es que usted tiene algo en contra del Planeta de los Simios, y prefiere el Planeta de los Burrios?"

"Pero, Nitukiti, cómo dices eso. Yo prometo y garantizo que mis opiniones están respaldadas por quirománticos psíquicos como Freud, Jung, Cleckey, la Dra. Ortega, el Dr. Delgado, Platero y yo, sin que me quepa la menor duda de que en Mi Rey Primate predomina un funcionamiento mental esquizo paranoide, una forma primitiva del funcionamiento mental que organiza su caos mental simplificadamente: divide el mundo y a sí mismo en bueno y malo. Lo bueno –obviamente- es el susodicho caos mental dél, que es todo positivo, ideal y perfecto, ¿no lo habéis notado?; y lo malo –que es también obviamente todo el NO de todo otro- es negativo, denigrado e infernal, además de perteneciente a la CIA, porque todo lo diferente a tan pluscuánperfecta belleza debe ser malo, perseguido y atacado. Está de anteojito, Nitukiti: en tal mentalidad maniqueísta no hay integración de los estados positivos del mundo y del sí mismo; y eso imposibilita la correcta apreciación de la realidad externa e interna; imposibilita la consideración por el otro, el dolor por el daño que hace, la reparación de lo dañado y la gratitud de lo tanto recibido y gastado, que es una montaña tal que para qué te cuento.

"¿Y todo eso lo hace un mono, Lali?"

"Mono es algo lindo, Nitukiti. Yo diría mejor Gorila Loco, cuya razón desenfrena pasiones humanas de envidia, voracidad, celos, ingratitud, resentimiento, sin posibilidad de atemperarse por la bondad, correspondiente a los primeros estadios de la mente, de funcionamiento predominantemente primate, que al no alcanzar avances de gran exigencia psíquica se estanca como los burrios, rebuznando lo que puede. Y tal discurso cala transitoriamente en los buenos, y permanentemente en los fanatizados y demoníacamente inmoderados que no se mezclan, que aúpan la división y que exacerban su potencialidad letal. Esto es lo que en ellos dificulta la reconciliación con ser humanos.

"¿Y cómo es eso de la 'potencialidad letal', Lali?"

"En Sabanetavia hubo una encrucijada o una unión de potencialidades letales, Nitukiti, lo cual llevó finalmente a esta Cosa Nostra al poder. No fue una reacción del colectivo en la calle, como se especula alegremente; las masas no precipitaron el Reinado Primate. Aun cuando había rechazos y fallas en el sistema republicano anterior, de ahí surgieron ciertos gangs igualmente atrofiados que alentaron y patrocinaron una gigantesca campaña mullti-mediática, como imperial, que para su posterior arrepentimiento burda desbarató y devaluó todo lo existente con el propósito de encumbrar al Draculino en Formación. Y este juego de manipulación recíproca, como Matrimonio del Infierno y Coro Tanático, arrasó con la armonía y la paz, resultando luego un divorcio atajaperros de donde salió ladrando más el Rey Cotorra Diosódio. El colectivo fue sólo una víctima pendular traicionada gangsterilmente en sus valores de inocente honestidad, justicia y equidad; y es sólo ahora, al capturar tal escoriásis psíquica, cuando pareciera volver a su cause y voz colectiva de resentimiento contra quienes hicieron uso de armas mentales tanáticas sin realmente buscar reconstrucción y reparación, ni alivio al sufrimiento y la falta de alimentos. Las potencialidades letales, como uno y otro reconocen hoy, sólo chapotearon en lo inútil, en el odio y en la destrucción envidiosa; ambos descartaron los recursos del amor, la generosidad y la valentía. ¡Es una tremenda historia cuadrúpeda, Nitukiti!

"¿Quieres decir entonces, Lali, que las masas hicieron el papel de tonto útil?"

"Bueno: Freud lo dijo mejor que yo en 1921, cuando nos habló de la pérdida de las características individuales favoreciendo la formación de una masa anónima, por ende, irresponsable; sin capacidad de voluntad ni discernimiento, altamente sugestionable pudiendo obedecer a ideales nobles y crueles, heroicos o cobardes, pero en forma tan imperiosa que queda abolido lo personal, incluyendo la auto-conservación. Cuando se pierden las inhibiciones se corre el riesgo de resultar conducidos por los instintos al quedar la masa expuesta al poder mágico de las palabras. ¿Qué tal? Y como dice la Dra. Ortega, quien me ayuda en estos casos: no todo lo deseado por la mayoría sería de por sí respetable, ya que puede ser el resultado de fuerzas instintivas primitivas. Pero lo que sí es fundamental es 'mantener un orden político donde todos pueden querer libremente', como dice Fernando Savater. El querer libremente preserva la diversidad de la mente individual y, por tanto, de la colectiva, único resguardo contra el totalitarismo, tiranía o dictadura psicológica y social."

"¡Guácatela, Lali, me habéis dejado sin aliento! ¿Algo más que queráis decir?"

"Bueno, Nitukiti, no; o mejor, sí. Creo que la única vez que el Rey Cotorra pudo querer libremente fue cuando estaba... conmigo. Y cuando el amor llega así de esta manera, una rebuzna y hace que no se da cuenta..."


Alberto Rodriguez Barrera

http://www.noticierodigital.com/forum/viewtopic.php?t=315161

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