El Ornitorrinco Tropical
Mucho se ha escrito y dicho sobre la caracterización de Chávez y el chavismo: Similar a Castro y el castrismo, Perón y el peronismo, Mussolini y el fascismo, Hitler y el nazismo, Mao y el maoísmo. No cabe duda de que el proceso venezolano comparte elementos comunes con todas estos dúos de movimientos personalistas que giraron en torno a líderes carismáticos, pero es también indudable que lo que ha estado ocurriendo en Venezuela es, en parte, un fenómeno político, histórico y social singular. De la comprensión de esas singularidades depende en buena medida el éxito de cualquier movimiento que pretenda generar una nueva mayoría en Venezuela.
La imagen del ornitorrinco, singular mamífero del orden de los monotremas, que pone huevos de los cuales nacen crías que deben ser amamantadas, ha sido extensivamente utilizada para describir fenómenos y situaciones con características aparentemente contradictorias. El gran agente calificador del éxito de un experimento específico de la naturaleza es la selección natural y, a pesar de que no sea obvio para nosotros, obligados a usar categorías quizás demasiado simplistas para entender un fenómeno muy complejo, el monotrema australiano es un experimento natural exitoso.
El chavismo como movimiento político, y Chávez como su hegemón fundamental, son un ejemplo de un ornitorrinco político. Mezcla compleja de autoritarismo, militarismo e izquierdismo primitivo, por sólo mencionar algunos de sus ingredientes más conspicuos, la medida del éxito de su experimento es el considerable apoyo popular del que ha disfrutado y de su tremenda capacidad para mutar y transformar derrotas en victorias. Podría también decirse que la evolución del chavismo desde un movimiento confuso en sus orígenes hasta convertirse en un agresivo agente del totalitarismo, sigue los rasgos típicos de otras aventuras similares de la historia, pero aquí también es posible identificar modos y conductas específicos que lo diferencian de lo ocurrido en otros momentos y bajo otras circunstancias.
En cierto modo, el proceso de maduración de la oposición democrática en Venezuela ha discurrido en paralelo al proceso de transformación del chavismo. En la medida en que la oposición ha pasado del simplista: “Chávez Vete Ya”, y ha ido comprendiendo que el combate contra el autoritarismo es una pelea de largo aliento que pasa por construir una nueva mayoría, el chavismo ha ido acelerando el paso para hacer de la revolución y el control de la sociedad hechos irreversibles.
La caracterización insuficiente y simplista de Chávez y la situación venezolana, ha llevado a mucha gente a considerar que simplemente estudiando lo que ocurrió en Cuba nos permitirá mecánicamente predecir los próximos pasos del Comandante y el destino inexorable de Venezuela como una réplica cubana. La realidad compleja es muy distinta, en buena medida dictada por la insospechada robustez de la cultura democrática venezolana que ha generado una oposición social que, en la práctica, se ha convertido en un dique muy importante contra las pretensiones de corte más totalitario y de control social que ha emprendido el régimen.
La estupenda película sobre la defenestración de Milosevic, La Caída de un Dictador, se hizo increíblemente popular entre las fuerzas opositoras a Chávez y contribuyó a crear otra falsa mecánica de identificación que condujo a importantes errores de estrategia. Ni Chávez era Milosevic ni Venezuela era Serbia, ni los pilares de poder que soportan al chavismo, con un claro ingrediente popular, eran similares a los de un régimen esencialmente militarista y embarcado en una impopular guerra como el serbio. A ello se unía la virtual inexistencia de partidos políticos organizados en Serbia distintos al oficialista, circunstancia que le dio un rol protagónico de primera línea al movimiento estudiantil OTPOR un rol protagónico. A pesar de este error de apreciación, las enseñanzas de las técnicas y paradigmas de la resistencia no violenta tuvieron un impacto muy positivo en las fuerzas opositoras.
Enfrentar a un ornitorrinco político con la versatilidad de Chávez y su movimiento requiere mucho más que contar con héroes dispuestos a aceptar la cárcel, o circunstancias peores, para preservar su condición de liderazgo. La ola de represión y profundización del proceso totalitario de confiscación de la democracia en Venezuela que se anuncia con inusitada fuerza en las vergonzosas condenas políticas, disfrazadas de sentencias judiciales, de los presos del 11-A, debe entenderse en su real dimensión: La represión y el actuar desembozadamente, sin la hoja de parra flexible que el chavismo ha utilizado en el pasado, representa al mismo tiempo una demostración de poder y de miedo. Poder para atemorizar y demostrar el considerable control que posee el Presidente. Miedo a lo que se está gestando en los innumerables contactos que se están dando en la base popular entre los sectores opositores democráticos y las fuerzas del chavismo más crítico y que se expresa de manera especialmente clara en Zulia y Guayana. Miedo a lo que está ocurriendo en los sindicatos y organizaciones populares donde el temor a la crisis económica y las evidencias de la corrupción y fracaso del gobierno están haciendo estragos en la credibilidad del propio Presidente.
La oposición requiere de su propia Unidad de Pensamiento Ornitorrinco para enfrentar en su propio terreno al Titán chavista. Ello supone pensamiento estratégico para definir la Venezuela que puede armarse en una transición llena de riesgos y oportunidades y el apoyo a un liderazgo que está surgiendo y cuya credibilidad es necesario proteger.
1 comentario:
Da tanta tristeza ver lo que pasa en Venezuela.
Te espera un premio en Amanecer en la Habana. Enhorabuena!
Publicar un comentario