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"La vida aquí no es vida. Es un desperdicio lúgubre de tiempo. Aquí vivimos muertos". Ingrid Betancourt, ex candidata presidencial colombiana, secuestrada por la FARC desde 2002. |
Por fin sabemos a qué se debe tanto disparate mental, tanta pifia planetaria, tanta patinadera de chaveta: y es que el hombre desayuna arepas rellenas con coca! Esta confesión la hizo en cadena nacional e internacional, para que el mundo se entere la clase de video loco que vivimos aquí.
Después de insistir en algo que ya le dijimos que NO, como es la reelección presidencial indefinida y solicitar que se trate a las FARC como unos caballeros de la política y no como los terroristas que son, realmente dudamos de las cualidades terapéuticas de ese desayuno con coca, que seguramente le recomendó el otro planetario boliviano.
Cuando Uribe permitió que su par venezolano mediase en el canje humanitario con las FARC, sabía que no había nadie en este mundo que mantuviese un diálogo tan fluido con Marulanda y su alto mando. Desde hace años en Venezuela sospechamos del contubernio interesado con esa gente que además, es protegida de Papá Fidel.
Y en efecto, la negociación avanzó, con una mensajera muy estimada por la guerrilla, como es Piedad Córdoba. Pero como siempre, el de aquí no pudo evitar montar el tinglado mediático que acostumbra, hablar de más, ir a Francia a poner la torta y tratar de malponer a Uribe con medio mundo.
A éste se le agotó la paciencia y lo sacó de la mediación, pero el venezolano ya estaba embalado en su "gestión humanitaria", porque claro, es muy humanitario que quiera sobarse las costillas con un boom como la liberación de las rehenes, después de haber recibido palo parejo en el referendo donde los venezolanos le dieron una lección de democracia pura.
Así que no le paró a Uribe y siguió adelante, montó su Cuanto vale el show con Kirchner, los enviados de Lula, Correa y Evo. Hasta el cineasta Oliver Stone, perteneciente a esa izquierda de caviar holliwoodense que tanto gusta de este pintoresco ejemplar adornado con banda presidencial, paseó por ese monte tratando de filmar el insólito espectáculo dirigido por un Presidente. Sólo faltó la Naomi para que la película se llamara "La bella, la bestia y el pelotón en el Guaviare".
Tragando grueso, todos aplaudieron la liberación de las dos damas colombianas, pero muy pocos perdieron de vista la verdadera situación de las relaciones entre los gobiernos de Colombia y Venezuela, justamente por esa manifiesta cercanía del de acá con los terroristas de allá. La prensa española hasta lo llamó en un punzante editorial "El mercader de rehenes".
Todavía muchos querían creer en su buena fe, hasta que, con esa arepa rellena con coca pululando en su cuerpo, desde la tribuna del Congreso, en el acto protocolar de presentación anual de su Memoria y Cuenta al país (por cierto, ¿qué dijo de lo que hecho por Venezuela en este año que pasó?) lanzó su incalificable propuesta de sacar a la FARC de la lista mundial de organizaciones terroristas y darle beligerancia, es decir, status de actor o grupo político.
No sólo el gobierno colombiano ha rechazado de plano tal posibilidad, sino que organizaciones como la Unión Europea han dicho que no, así también lo declaró el gobierno de Estados Unidos y los gobiernos simpatizantes como el de Lula, la Kirchner y Correa, se distanciaron de tal propuesta, que ubicaría a sus países en el peligroso papel de tolerancia con la narcoguerrilla y el terrorismo que está acabando con la paz mundial y la estabilidad de los gobiernos legítimamente constituidos.
Cómo será de deleznable la propuesta del de Sabaneta que hasta un antiguo amigo suyo como el ex Secretario de la OEA y ex Presidente de Colombia, César Gaviria, dijo ¿qué vaina es ésta?, cuando se enteró del disparate.
No podemos más que atribuir al fanatismo revolucionario aliñado con la arepa con coca esta agresión hacia el hermano país, donde 43 millones de ciudadanos son vandalizados por 20.000 delincuentes desde hace más de 40 años.
En Colombia no hay una guerra civil sino una población y un gobierno luchando contra un grupo que les arrebata la vida, las propiedades, los hijos, que secuestra, mata, roba y comercia con seres humanos. Esos son los angelitos que éste quiere apadrinar con el pretexto de buscar la paz. Pero como él mismo lo dice: sin justicia no hay paz. Los colombianos exigen que la FARC pague el daño que les ha hecho.
¿Por qué la FARC secuestra y mantiene desde hace años como rehenes a soldados, civiles, extranjeros y hasta religiosos? Pues porque son un medio de financiamiento constante, porque les sirven de escudo humano contra los bombardeos del ejército, porque terminan siendo soldados suyos, dominados por el síndrome de Estocolmo.
Desde los años 70, cuando Colombia se decidió por la paz y la prosperidad, la guerrilla no tiene nada que buscar, por eso se dedicaron al narcotráfico, han construido un imperio financiero en la selva.
Nada que ver con revolución sino con billete. Sería bueno que el Presidente venezolano preguntara a los familiares de Juan Pablo y Damacio Becerra, soldados secuestrados por la FARC y cuyas cabezas le fueron enviadas a sus padres en bolsas plásticas, qué piensan de su propuesta "humanitaria".
O a la familia de Guillermo Gaviria, asesinado por la FARC portando una bandera blanca de paz sus manos. O a las miles de familias campesinas cuyos niños y niñas les han sido arrebatados para que se formen en las FARC o en el ELN.
Pregunte si quieren que las FARC sean reconocidas como partido político y aquí no ha pasado nada a ese 40% del campesinado colombiano, desplazado por la violencia, despojados de sus tierras y que ahora forma parte de los cinturones de miseria de las grandes ciudades colombianas. Pregunte a la familia de los 11 diputados asesinados el pasado año. Pida la opinión de los cientos de miles de colombianos que han debido abandonar su país amenazados de secuestro y muerte por la FARC.
¿Dice usted que no hay venezolanos secuestrados por la FARC? ¿Por qué el Presidente de Venezuela defiende al grupo que mantiene secuestrados a 68 venezolanos? Usted, que no se ha reunido nunca con la familia de los secuestrados venezolanos, debería hacerlo para escuchar cómo los amenazan, les piden rescate, les envían cartas firmadas por los narcoguerrilleros.
Si le importara Venezuela, ya se hubiera reunido con los ganaderos de los estados fronterizos, que sufren secuestros, que pagan vacunas y rescates, que deben abandonar sus tierras porque el estado y en especial SU gobierno, no los protege.
¿Qué tal si deja de predicar lo que no practica en su casa y se dedica a eso que usted llamó los "asuntos menudos" de los venezolanos? Señor Presidente, aquí en Venezuela murieron el año pasado más de 14.000 venezolanos a manos del hampa y usted preocupado porque traten bien a sus amigos de la FARC. No siga comiendo coca, mientras Venezuela se desangra. Deje, aunque sea en sus últimos años, una buena nota en su boleta.
Charito Rojas
http://www.noticierodigital.com/forum/viewtopic.php?t=326336
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