Comparar el optimismo exultante con que el chavismo acostumbraba involucrarse en pasadas campañas electorales para arrollar y sacar de juego a partidos y candidatos de la oposición, con el desánimo que cunde en las filas revolucionarias a escasos 5 meses de una campaña electoral que podría significarle la pérdida de las dos terceras partes de las gobernaciones y alcaldías que acumuló después del referendo revocatorio del 2004, es referirse también al auge y caída de un movimiento político que emergió con la vocación de copar las tres primeras décadas del siglo XXI, y ahora solo aspira, con suerte, a concluir el calendario presidencial que se agotará en el 2013.
Suerte de carrera contra reloj que no tendría porque dejar lugar a errores y equivocaciones, pero que al presionar sobre un aparato político y gubernamental literalmente desecho y que clama a gritos por una urgente renovación, se está convirtiendo en una muestra anticipada de la derrota que sin duda alguna lo espera en noviembre.
Comenzamos por el error más grueso y que percibe todo el mundo, menos el “estratega” que estaría obligado, no digamos a no repetirlo, a no tenerlo siquiera entre sus opciones, como es el empeño de Chávez a fungir de “Gran Elector”, siendo que, después de la monumental derrota de la reforma constitucional en diciembre pasado, es un líder venido a menos, absolutamente devaluado entre los dirigentes que le advirtieron por todas las vías que se dirigía a una catástrofe y reclaman ahora se les reconozca el derecho a participar en la elección de los candidatos a alcaldes y gobernadores que merecen medirse en las elecciones de noviembre.
El comandante-presidente, por el contrario, insiste en mantener una actitud predecembrista, típica de ególatras que no aceptan que son como los demás mortales, obligados a someterse a los avatares, que en todas las circunstancias de la vida política, impone ir del triunfo a la derrota y de la derrota al triunfo.
De ahí que, como nunca, Chávez, suene como un personaje patético, tragicómico y descontextualizado, que insiste en tomarse, no como lo que realmente es y difícilmente va a dejar de ser, sino como el líder invencible de una cruzada política y revolucionaria que sigue ganando batallas y se aproxima a la que sin duda le va a procurar el poder absoluto, vitalicio, sempiterno y total.
Lo increíble es que ni siquiera las apariencias que en el pasado pudieron alimentar semejantes fantasías se mantienen, que se derrumban una a una, que son comentadas entre opositores y seguidores e inclusive tomadas como motivos de burlas contra el jefe que es el único en no aceptar que está minado de cochochos.
Fíjense si no, lo que ha pasado con las elecciones primarias que se hicieron para votar por los candidatos unitarios oficialistas -y que no eran otra cosa que una estratagema de Chávez para hacer elegir a los suyos- y terminaron transformadas en una manzana de la discordia donde muy pocos candidatos aceptaron los resultados de las votaciones que presuntamente escogieron a los electos y están protestando y amenazando con lanzar sus propias candidaturas.
Citaría, emblemáticamente, los casos de Humberto González en Monagas, Lenny Manuitt en Guárico, Cristóbal Jiménez en Apure, Melvín López Hidalgo en Falcón y tantos más que se quejan ahora de que fueron obligados a prestarse a una farsa para que el oficialismo perpetrara, tanto un fraude, como la posibilidad de declarar que lo había cometido con la complicidad de la militancia revolucionaria.
Pero eso en los casos que podríamos calificar como maquillados u objetos de una parafernalia electoral para hacerlos pasar como legítimos, ya que hubo otros donde Chávez, actuando como dueño y señor de los derechos políticos de sus seguidores, les prohibió siquiera postularse como precandidatos.
Y hablamos del gobernador de Carabobo, Luís Felipe Acosta Cárlez, el Alcalde Metropolitano, Juan Barreto, el Alcalde de Vargas, Alexis Toledo, la concejal del municipio Sucre, Isabel Rada, y a tantos otros que se les enseñó el garrote si era que se atrevían a atravesarse en el capricho del comandante presidente de imponer sus candidatos.
El caso de la concejal, Isabel Rada, es de los más significativos, pues era ciertamente la candidata escogida por el chavismo local luego de pelear a brazo partido, no solo contra la oposición, sino contra la desastrosa gestión del alcalde, José Vicente Rangel Ávalos, y por tanto, con todos los atributos para ganar o salir de las elecciones con un importante capital político, pero parada en seco por el presidente Chávez, quien le prohibió postularse y dejarle el camino abierto al ex ministro, Jesse Chacón.
Lo increíble es que Chacón no logra reunir 10 puntos en las encuestas, que padece de ágarofobia (horror a los espacios abiertos) y vive encerrado en unas oficinas que le suministró el gobierno local, pero lanzado al anonimato y la nostalgia, a los tiempos en que era un todopoderoso funcionario sin tener que mendigarle el voto a los electores.
Acosta Cárlez también tiene su historia, pues no obstante los altos niveles de rechazo que tiene en el estado, aparecía como el precandidato chavista con más aceptación en las encuestas, pues ostenta un tranquilizante 18 por ciento, pero al que también ordenó Chávez no postularse, pues le había prometido la gobernación a otro amigo, al conductor del programa “La Hojilla” que se trasmite por el canal 8: Mario Silva.
Y ahí tenemos otro caso como el de Jesse Chacón en el municipio Sucre, pues se exporta desde el centro un candidato a la región y se le impone a los electores para que se adapten al particular método de perder elecciones de Chávez.
Pero ese no es el único frente en el colador en que concluyeron las primeras elecciones primarias para escoger los candidatos unitarios de un partido en Venezuela, sino que las relaciones entre los socios de la llamada Alianza Patriótica también hace aguas y a estas alturas es imposible que haya acuerdos para restablecerlas.
Aquí también la causa de la ruptura es electoral, pues Chávez se niega a que los precandidatos del PPT y el PCV sean siquiera considerados para optar a ser los candidatos de la alianza en algunas gobernaciones y alcaldías donde tienen probabilidades de éxito.
No, ellos están ahí para servir, apoyar, aplaudir, recibir lo que Chávez decida darles del festín gubernamental y no para tener candidatos, alcaldes y gobernadores propios con los cuales darle un cierto matiz de pluralidad a la uniformidad del socialismo.
Así por ejemplo, José Albornoz, Secretario General del PPT, postulado a la gobernación de Guárico, está siendo conminado a renunciar a favor de Willian Lara, que es otro “navegao” en el Guárico, sin ninguna clase de inserción en la historia de la política regional, pero que ha recibido como premio por los servicios prestados al presidente, ser elegido gobernador de un estado cuyos electores o no lo conocen, o lo han visto muy pocas veces.
Bella Petrizio también es una precandidata del PPT que al parecer está muy bien en las encuestas del estado Portuguesa, pero es ignorada por el chavismo que ha impuesto la candidatura de otro navegao: Wilmar Castro Soteldo.
Y así marcha el chavismo a la peor catástrofe electoral de su historia, así prepara Chávez su desalojo del poder, pero no solo por decisión de la oposición, sino de los millones de votantes que alguna vez pensaron servía al lo menos para ganar elecciones.
El chavismo ante su peor perspectiva electoral
Manuel Malaver
La Razón
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