miércoles, 4 de junio de 2008

Algo deberá hacer lo que queda de república para poner en su sitio a esta manga de gaznápiros, analfabetas, zafios, asaltantes y balurdos.



Provocaría recordarle el célebre refrán llanero “cachicamo diciéndole a morrocoy conchúo” si el morrocoy del caso no fuese otro que todo un vicecanciller de una república en serio, como los Estados Unidos de Norteamérica. Y él un auténtico cachicamo, así el más azaroso de los destinos y la mayor irresponsabilidad ciudadana lo hayan arrancado de un asiento de Metrobus para sentarlo en el sillón de la cancillería de un país portátil.

Así no lo crea y sea digno de Ripley, Nicolás Maduro, ágrafo bachiller – si es que terminó la secundaria – rockero en la cuarta y expresión perfecta de un gobierno de analfabetas y golpistas como el que asaltara el Poder de una pobre república rica llamada Venezuela en 1998, se ha permitido llamar a Jonh Negroponte, Subsecretario de Estado de la Casa Blanca, “funcionarillo, criminal y de baja ralea”. Sin saberlo estaba dándole a los medios el mejor auto retrato que imaginarse pueda. Pues el funcionarillo, criminal y de baja ralea no es otro que el propio Nicolás Maduro. Que de idiomas dominará el de germanía, de experiencia funcionaria lo que el Lazarillo de Tormes y de alcurnia lo que su propio jefe, un cantinero de cuartel que en mala hora fuera empujado al poder por la estulticia nacional.

Así nos va. Lo triste de la fotografía que acompaña el enfurecido rostro de nuestro profesor Girafañes, es la adusta presencia de un hombre que más de alguno consideró antaño un diplomático respetable y de experiencia internacional: el anteayer canciller, ayer embajador en Londres y hoy plenipotenciario en México Roy Chaderton. ¿Qué explica esa presencia sino el más ofuscado rencor, la más pestilente ambición y el más torpe y tenebroso arribismo? Pasará este Roy Chaderton a la historia de la infamia de esta VRepública. Nada lo empujaba a esa ruindad y bajeza, que no sea un resentimiento de muy oscuros orígenes.

Algo deberá hacer lo que queda de república para poner en su sitio a esta manga de gaznápiros, analfabetas, zafios, asaltantes y balurdos. Pensando en un historiador de gigantesca valía como Caracciolo Parra Pérez, en un escritor y político de valía como Simón Alberto Consalvi o en un abogado y catedrático de fuste como Enrique Tejera Paris, quienes ocuparan el prestigioso cargo de cancilleres de la república, no puede uno menos que anonadarse ante este pobre infeliz disfrazado de canciller. Y Chaderton que se confiese ante la imagen de Arístides Calvani, otro inmenso canciller, que sólo cometiera un monstruoso error en su vida: haber apadrinado a este personaje de tan baja estofa.

No hay duda: el infierno se vive aquí abajo. Hoy lo sufrimos en carne propia. Sólo resta el consuelo de la sabiduría popular: no hay mal que dure cien años. Que este no llegue a la docena. Es un imperativo moral.


Antonio Sánchez García

http://www.noticias24.com/actualidad/?p=14843

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