sábado, 13 de octubre de 2007

El lenguaraz Chávez


A qué horas gobierna Chávez? Es lo que muchos nos preguntamos, puesto que cuando no está visitando en el lecho de enfermo a su maestro y guía Fidel Castro, o a sus amigotes de cualquier lugar del mundo, está haciendo campaña por la nueva constitución de la república, firmando contratos de participación conjunta con empresas multinacionales o gobiernos del “eje” –Kichner, Evo, Correa-Amahdinejad--, dictando decretos-ley que le consolidan día por día en el poder absoluto, pronunciando discursos interminables que tienen que ser retransmitidos forzosamente por las estaciones de radio y televisión, o repartiendo petrodólares a manos llenas con fines políticos pero menos entre las clases que realmente lo necesitan en las barriadas miserables de Venezuela.

También nos preguntamos curiosamente, quiénes son los cerebros que están detrás de la figura del coronel-presidente o coronel-dictador tejiendo constantemente esa madeja de sandeces a las que poco a poco ha ido acostumbrando a la audiencia. Hay quienes tienen la respuesta inmediata, la que parece ser obvia: son cubanos y vienen de la isla. Allí han tenido tiempo suficiente para elaborar la cartilla que con lujo de detalle van siguiendo los caudillos de la nueva era populista latinoamericana. Suficiente con seguir el libreto castrista, sus procedimientos, sus arbitrariedades. Claro que Chávez ha resultado alumno aventajado y ha tenido la suerte de la declinación inexorable de sus mecenas y la bonanza del oro negro.

Si Castro instauró la línea de los discursos interminables, el hermano bolivariano ha ido más allá creando un estilo de gobierno desde las cámaras de televisión, desde donde le marca pautas políticas no sólo a quienes le acompañan en su administración y al pueblo, sino a mandatarios de otras naciones con quienes es amigo o detractor. Con él es así. O se está con él o contra él. Ya son bien conocidos sus recursos oratorios para crear rencillas, para insultar presidentes, para ofender a los opositores, para cultivar amigos en sectores que en países vecinos se dedican a la desestabilización de la democracia, a la subversión armada, sin tener siquiera en cuenta sus vínculos con el terrorismo o el narcotráfico.

Tal es el caso de Colombia y los Estados Unidos. Ahí está Chávez como protagonista de un proceso que compromete la paz y la vida de cientos de secuestrados por la guerrilla de las FARC. De la mano de una senadora ampliamente controvertida, sorpresivamente aceptada por el Presidente Uribe como mediadora para la búsqueda de un posible acuerdo humanitario, el paracaidista-presidente le envía mensajes públicos que hacen parte de un desconocido calibre diplomático. “Compadre –le dice Chávez a Uribe desde la televisión como si se tratase de cualquier hijo de vecino--, si Marulanda quiere venir a hablar conmigo pon a su disposición un avioncito con cafecito caliente”.

Que bufonada. Que irrespeto, que irreverencia. Tal como lo expresó el vicepresidente colombiano Francisco Santos, no se puede pretender que el gobierno otorgue semejante prebenda a un asesino, a un matón que ordena diariamente pavorosas masacres de personas inocentes, que mantiene en inhumanos centros de concentración en medio de la selva a centenares de colombianos que ningún mal le han hecho a nadie, que destruye la riqueza nacional que coloca carro-bombas, que obliga a niños campesinos a enrolarse en las filas guerrilleras, que cultiva, procesa y envía cocaína a los Estados Unidos, que comete –en fin—toda clase de atrocidades y frena el desarrollo del país y su gente.

A falta de cauces normales para frenar las ambiciones del gobernante que quiere perpetuarse en el poder, el aislamiento internacional pudiera ser una vía de solución. Pero perfeccionada. No como la que se ha aplicado en el caso cubano que sólo ha servido de argumento para justificar el retroceso en picada del sistema y para sustentar el engaño de la fracasada revolución.

Diario las Américas
Eucario Bermúdez
http://www.megaresistencia.com/content/view/806/1/


No hay comentarios: