miércoles, 10 de octubre de 2007

No te vistas que no vas….


Vístete bien que vas hecho un gitano, vístete bien si vas a una buena comida o simpelemente, vístete que te vas a congelar. Estas frases resumen en términos coloquiales, lo que está pasando con la cacareada reforma (sustitución) constitucional y su “banquete” refrendario. Se nos quiere llevar a unos comicios al desnudo y sin ropaje, donde simplemente seremos tratados como persona vestida con desaliño, esto es, un impresentable farraguas. Y en ese entierro disfrazado de “matrimonio”, no tengo velas que contar.

No puedo negar el legítimo deseo de ir al evento. De participar, de expresar mi voto. Como no hacerlo si el voto es una de las primordiales expresiones de mi libertad positiva, de mi capacidad de decidir; de mi consciencia ciudadana, esa que puedo ejercer con tan poca frecuencia, que al tener el chance de hacerlo, se convierte en una verdadera celebración.

Vestirse de gala ciudadana es la máxima aspiración de todo hombre que vive en libertad y democracia, y ese traje tiene un nombre: votar!!

Pero cuando uno es convocado a una “gala” (lo cual no es cotidiano), para celebrar mi propia inmolación, lo mínimo que debo hacer, es resistirme y allanarme.

El interés de aceptar un buen protocolo, se reduce a dos condiciones concurrentes: El compromiso de cumplir con el ceremonial, y la validez del festejo. Lo primero guarda relación con mi fuero interno, con mi convicción de asistir por considerar el agasajo un acto merecedor y virtuoso. Es el contenido ético de la decisión. En cuanto a la validez de la propuesta, debe tratarse de una solemnidad auténtica, es decir, que no medie ningún artificio, ninguna falsedad para celebrar, lo que pretendo celebrar.

Mal puedo concurrir a una graduación, cuando el intitulado obtuvo su título, ilegalmente…así se trate del pariente más querido.

De no cumplirse aquellas condiciones (genuino compromiso y validez), todo será una vulgar hipocresía, y mi comparecencia se reducirá a un acto utilitario: que me vean, demostrar mi “apego” a una falsa celebración, que para nada diluye mi cuestionamiento al evento. Y por estarlo seré parte de la farsa.

He leído algunas críticas a la postura de no salir a votar el referéndum de la nueva constitución socialista de Venezuela. Y me sorprende no sólo la ingenuidad de los fundamentos, sino la perversión del mensaje.

Decir que nos asemejamos al oficialismo cuando de un acto de reflexión hablamos de la inocuidad del voto refrendario, abre la brecha a un delicado sofisma: es afirmar que NO participar de la audacia de Chávez, es ser cómo Chávez. Entonces participando del ardid para no parecerme a él, me inmuniza de todo truco? Acaso ello enaltece mi impolutez democrática? O por el contrario: ratifica mi consciente o inconsciente perversión de ir a la guillotina, porque más nada puedo/ o se hacer.

Digo ingenuidad no por el simple cuestionamiento al CNE. Quiero ir un poco más allá.

Aun validando la tesis del que el referéndum se puede ganar, algunos afirman que ello le propinaría una primera gran derrota a Chávez. Y les pregunto: ¿Qué sucedió cuando Chávez resultó derrotado en las elecciones sindicales? ¿Cuál fue su reacción cuando se reactivó el referéndum revocatorio? ¿Cuál fue la respuesta del ciudadano Presidente de la República ante las marchas multitudinarias, frente al paro petrolero o de cara a los acontecimientos del 11-A? Veamos.

En el primer caso, Chávez simplemente hizo lo que pocos desde las esferas de la oposición han sabido hacer. Ignoró la derrota, y se propuso crear sistemas alternativos de representación gremial, a través de los círculos bolivarianos, las misiones, el cooperativismo y el poder comunal.

Se dedicó a neutralizar las fuerzas sindicales del país satanizando a la CTV y sus afiliados. El resultado: Carlos Ortega está exilado, y sus otrora oponentes en la contienda sindical a la cabeza de la fuerza bolivariana de trabajadores-Aristóbulo y Nicolás- se convirtieron en impertérrito Ministro de Educación y flamante canciller de la RBV, respectivamente.

Chávez recogió sus platos rotos, “vistió” a sus paladines sindicales de magistrados, y se olvidó del tema sindical. No acudió más a ningún evento relacionado con los trabajadores y se dedicó a penetrar sus entrañas.

Respecto a R.R. se dedicaron a construir un montaje cooptante proceso. Reglamentó sobre la marcha los cuadernos de votación, los domicilios, inhabilitó de un plumazo un importante número de firmantes; promovieron las famosas listas, consagraron la “figura jurídica” de las firmas planas”; aletargaron el proceso con las caza huellas, y en fin, sistematizaron el evento a su antojo.

Resultado: fatiga de la disidencia, anulación del voto, diezmo del poder de reacción de la disidencia, desarticulación de la maquinaria partidista y pérdida de la capacidad de control.

Un evento que tenía los votos para ganar, le adjudicó una victoria colosal a Chávez, le dio un segundo (tercero y cuarto) aire, produciendo el efecto más demoledor que hasta la fecha haya producido “victoria” alguna sobre la disidencia: su aletargamiento y completa decepción. De este knock out, aun muchos no se paran de la lona.

Frente al Paro petrolero y los acontecimientos del 11-A
(los cuales este servidor no comparte ni en su origen ni en su desenlace), reconozco que eran eventos de una gravedad y una contundencia tal, que a lo menos merecían la renuncia del primer mandatario. Después la historia daría cuenta de las torpezas cometidas en el proceso de gobernabilidad, vista la provocación y la confrontación como regla para gobernar…

Pero no fue así. De esos inmensos sacrificios de sangre, fe y dolor, resultó “premiado” el verbo instigador, incendiario e inquisidor, afianzado a su locutor, en el poder.

Las marchas fueron reducidas a simples “bailoterapias” y calificadas por el gobierno como “manifestaciones virtuales” que para nada, entorpecieron la “normalidad del país.”

Y se pregunta uno: ¿ante tal demostración de gazapo y capacidad de acomodo de los factores de legitimación de poder, es sensato volver a confiar en un proceso refrendario?

¿Es lógico convocar nuevamente a una población fatigada de desmanes institucionales vestirse de gala cívica, en medio de dudas, desmotivación y temores fundados para ejercer un derecho entredicho? ¿Es un eficiente factor de movilización, convocar antes, durante o después a la calle, a sabiendas que existen grandes posibilidades de ser derrotado artificiosamente? ¿Y votar qué? ¿Acaso una oferta constitucional válida, honesta, acorde a nuestros valores ciudadanos…? ¿Si gano, qué obtengo, un reconocimiento, un pleno acatamiento; realmente liquido la reforma? Si pierdo, ¿qué gano?: un incentivo para seguir de pie o una puntada que privará mis mejores instintos!

Nada favorable ocurre cuando nos estamos empotrando un “paltó y un cobatín” que no nos calza, para colocando el pulso sobre una “reforma” amañada, concebida desde lo inconstitucional y con la venia de TODOS LOS PODERES DEL ESTADO…no sólo el CNE. Lo que así sucede, es que el traje se revienta, y hacemos el ridículo…

¿Cuál es la ventaja pragmática de ir votar una propuesta que al minuto siguiente del primer reporte del CNE, los mismos que hoy llaman a votar y que ayer ofrecieron defender y cobrar el voto, le dirán al país: “Señores en esta oportunidad no pudimos alcanzar la victoria, hemos perdido por estrecho margen (después se reconocerá que el margen fue mayor-sic-); regresemos a casa paz, la victoria está a la vuelta de la esquina, porque la lucha sigue, porque recorreremos el país para continuar nuestra resistencia al régimen!?

Creo que una triste repetición de una mala película, lo menos que causará de ese colectivo (harto de malas segundas y terceras partes) es desconectar el televisor o cualquier cosa que lo reproduzca, por mucho tiempo. Entonces pregunto: ¿Cómo seguir la lucha después de ser aplastados por el mismo guión!!?

Regresemos al supuesto de salir vencedores:

¿Quién dijo que Chávez depondrá sus ansias de eternalización? ¿Quién dice que la gente se volteará ante sus pretensiones socialistas? ¿Quién detiene sus ímpetus omnímodos de poder, su explosión comunal, su penetración del aparato económico, su dominio sobre las reservas; en fin, su socialismo, patria y muerte?

Cuál entonces la solución: ¿La insurgencia?. No, radicalmente no.

Esto es otra “epopeya” tanto o más falaz que confiar ciegamente en el CNE. Porque la seriedad en la política no comporta actos torpes, sino permanentemente virtuosos y leales. Lo que se impone es replegarse y armar una nueva agrupación ciudadana, de lado al pueblo y a las masas. Luce semántico, pero es más viable que cualquier revolución. Sólo falta reconocer las necesidades del pueblo, dedicarse a ellas, y construir un nuevo mensaje, con coherencia, calidez y cercanía.

El pueblo no acepta la perpetuidad, porque sabe que en ese escenario, NO SERA NUEVAMENTE ATENDIDO.

Entonces hay que montarse en este contundente postulado de PROTESTA POPULAR. Hay que vestirse de sana solidaridad ciudadana, y salir a la calle no a deponer un tirano, sino a ofertar y rescatar el ideal democrático. No es cuestión de seguir batallando en el terreno del adversario, sino de obtener beneficios y ganar espacios, sobre los seguidores de aquél. Y ese ideal democrático no sólo se dice o se escribe, se hace y se trabaja.

Lo único que detiene los excesos de los hombres, es la dignidad de sus oponentes.

¿ Y cómo se come eso?. Con ejemplo y decencia.

Se digesta y se asimila, sembrando credibilidad en los grupos de acción. La dignidad genera nuevos procesos de credibilidad, pliegues espontáneos y volca sobre el contrario, percepción de desengaño. La dignidad desmonta los miedos y potencia la sensibilidad. Lo pragmático fractura los compromisos, atomiza los esfuerzos y rompe la disciplina. Porque actuar sobre lo conveniente y oportuno, más que sobre lo ético y lo decente, de pronto podría conducir al poder con tanta rapidez, como fugaz, sería su permanencia. (O no fue ello lo que ocurrió el 11-A/200.2)

El que quiera vestirse de ciudadano y desee salir a votar, que lo haga…pero persuadido, que igual será un gitano en la contienda, un desaliñado, un frasero, de cuyo “estatus” no obtendrá otra cosa que un catarro electoral. Y quienes argumenten a favor de ello, por favor cumplan con dos requisitos indeclinables 1.- Impúlselo el que tenga ascendente moral para hacerlo, no quienes habiéndolo instado en el pasado, nada hicieron por reivindicar ese derecho. 2.- Pídanlo con su plan B, porque en todo caso, quienes deben exhibirlo, no son quienes deseen allanarse, sino quienes tendrán que explicarle a los votantes, como no ocurrió UNA VEZ MAS, lo que ellos anunciaron que ocurriría.

No por ir “bien vestido y abrigado” a la ceremonia, lograrán que lo traten con calidez en el “festejo”…porque lo que echarán sobre sus hombros, será un buen tobo de agua helada…Yo les aconsejaría tanto mejor a la víspera, no se vistan que no van, porque nada indica que respetarán, su decente indumentaria.

Orlando Viera-Blanco
http://blogs.noticias24.com/vierablanco/?p=53

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