Los dirigentes de los partidos, grupos, fascios, corporaciones, intelectuales, países, etc., todos los comunistas obsoletos y fracasados del mundo que apoyan al “jefe” y a la “revolución” en Venezuela juegan un papel especialmente nocivo. No les bastan las imágenes que han recorrido el mundo desde la matanza de Puente Llaguno y Plaza Altamira, y lo insólito de las acusaciones contra opositores de diversa naturaleza y lo expresado por los propios acusados ante los medios de comunicación.
Los dirigentes "comunistas de toda latitud" no han perdido el tiempo, se reúnen en todas partes, congresos, conferencias, etc., para condenar a los acusados y apoyar al verdugo de "turno". Están tan esclavizados, bien pagados y comprados, que ni uno sólo habla contra las muertes y "victimas del hampa común" en aumento y selectiva. Se han convertido de "trabajadores, proletarios, vanguardia de la clase obrera" (aquí desposeídos, marginados, excluidos), en obedientes lacayos de los "jefes" del Caribe y Continente.
La connivencia de estos dirigentes "revolucionarios" en las transgresiones del "jefe" es uno de los episodios más vergonzosos de la historia del movimiento obrero mundial y nacional. Participan de los zigzags de su política, el parricidio de los viejos hacedores de la revolución, en unos casos como en la Habana, y glorificando al "jefe" en el Continente, en otros; teniendo por tanto gran parte de responsabilidad en la catástrofe actual Venezolana y abriendo, igualmente, el camino para el colapso del País mas temprano que tarde.
Esta por llegar el momento en que los ciudadanos Venezolanos sientan el llamado con fuerza de su país, de su pueblo, de manera especial, como no lo habían sentido nunca antes.
Eso podría ocurrir, tal vez, seguramente, cuando se den cuenta, además, de la supuesta existencia de organizaciones, dentro del régimen, mucho más amplias, de un tipo comité central "malévolo" que incluiría no sólo a la cúpula, también a varios destacados "revolucionarios" venidos de otros lares en condición de asesores. Tal como paso en otros países.
Probablemente leeremos, oiremos y veremos por televisión las mismas escenas: ¿Ha sido usted agraviado? No y tengo que decir que en este cuerpo represivo fui tratado con educación y decencia. A otros no le oiremos nunca mas.
Podrían aparecer supuestos conspiradores y magnicidas confesos públicamente y arrepintiéndose de sus acciones y confesando su crimen. Eso lo hacían cuando Stalin y Hitler, también en Cuba. Recordemos al propio Trotsky. Los "revolucionarios" creen ciegamente en las purgas, sobre todo, cuando se trata de aplastar los enemigos internos porque consideran que así es el triunfo de la democracia comunista (unánime) contra su propia burocracia. Es una forma de eliminar a los cobardes, renegados y desertores de sus propias filas.
Leamos lo escrito por Leopold Trepper, quien recordó su angustiosa experiencia en la universidad de Moscú en la época de las purgas: "Yugoslavos, polacos, lituanos, checos, todos desaparecían. En 1937 ya no era posible encontrar ni siquiera a uno de los principales dirigentes del Partido Comunista Alemán, excepto Wilhelm Pieck y Walter Ulbricht. La locura represiva carecía de límites: la sección coreana estaba diezmada, los delegados indios habían desaparecido, los representantes del Partido Comunista Chino se hallaban encarcelados (...) Los fulgores de la Revolución de Octubre iban extinguiéndose en los corpúsculos carcelarios. La revolución degenerada había engendrado un sistema de terror y horror, en el que eran escarnecidos los ideales socialistas en nombre de un dogma fosilizado que los verdugos aun tenían la desfachatez de llamar marxismo."
"Y sin embargo, desgarrados pero dóciles, nos había seguido triturando el engranaje que habíamos puesto en marcha con nuestras propias manos. Cual ruedas del mecanismo, aterrorizados hasta el extravío, nos habíamos convertido en instrumentos de nuestra propia sumisión. Todos los que no se alzaron contra la máquina estalinista son responsables, colectivamente responsables. Tampoco yo me libro de este veredicto." "Pero, ¿quién protestó en aquella época? ¿Quién se levantó para gritar su hastío?"
"Los trotskistas pueden reivindicar ese honor. A semejanza de su líder, que pagó su obstinación con un pioletazo, los trotskistas combatieron totalmente el estalinismo, y fueron los únicos que lo hicieron. En la época de las grandes purgas, ya sólo podían gritar su rebeldía en las inmensidades heladas a las que los habían conducido para mejor exterminarlos. En los campos de concentración su conducta fue siempre digna e incluso ejemplar. Pero sus voces se perdieron en la tundra siberiana."
"Hoy día los trotskistas tienen el derecho de acusar a quienes antaño corearon los aullidos de muerte de los lobos. Que no olviden, sin embargo, que poseían sobre nosotros la inmensa ventaja de disponer de un sistema político coherente, susceptible de sustituir el estalinismo, y al que podían agarrarse en medio de la profunda miseria de la revolución traicionada. Los trotskistas no 'confesaban' porque sabían que sus confesiones no servirían ni al partido ni al socialismo". (Trepper, op. cit., pp. 67-8, énfasis del autor). “El padrecito Stalin".
Esto no es fabula. Es historia. ¡Piensa usted que se podría repetir esto en Venezuela! ¡Entonces, cargue y póngase las pilas! ¡Abajo Cadenas! ¡Gloria al bravo pueblo que el yugo lanzo!
Nelson Maica C.
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