General en Jefe como Simón Bolívar, José Antonio Páez, Rafael Urdaneta o Eleazar López Contreras. Zuliano, maracucho de nacimiento como yo y, de paso, ministro de la defensa para decirlo en términos simples como antes, Gustavo Rancel Briceño, es el mismo personaje que recientemente interpretó por la libre la naturaleza de la misión militar. Afirmó que la propuesta de Chavez, más que una proposición, era una orden.
Ahora, como quien tiene en sus manos la magia que permitirá ahogar el descontento nacional y criminalizar toda oposición a las pretensiones totalitarias y comunistas de su jefe, pronunció otra frase para la historia: "Candelita que se prenda, candelita que se apaga".
Esas palabras dichas en el marco de unos ejercicios de represión física e institucional en la sede de la minusválida Guardia Nacional, con monigotes y pancartas que hacían de oposición, son lo suficientemente graves y amenazadoras como para que la Venezuela decente las rechace en el fondo y en la forma.
Nunca antes nuestra fuerza armada había estado más alejada de los deberes que la Constitución y las leyes le establecen. Jamás los venezolanos estuvimos más desamparados, ni fue tan precaria la seguridad de las personas y de los bienes, la seguridad jurídica más reducida o más violadas tanto la soberanía como la integridad territorial de la república. Venezuela cae por un enorme barranco gracias al piromaniaco que la gobierna.
Las pandillas asesinas, respaldadas por la calculada impunidad existente, imponen el terror en las ciudades y en los campos. Hoy la vida no vale nada. El país es el paraíso terrenal de bandidos de todo pelaje.
Desde los más humildes y sencillos, estimulados al delito por el propio presidente, hasta los encopetados petrofinancieros, pasando por especialistas en el tráfico de influencias, sobornos y todo tipo de corruptelas, por las estructuras del narcotráfico y la creciente presencia de la subversión terrorista colombo-venezolana que operan como locales en nuestro territorio.
¿Será que el ministro de la "defensa" Rangel Briceño no se ha dado cuenta que el presidente le quitó el monopolio de las armas a los militares profesionales sustituyéndolos de manera progresiva por milicianos mercenarios que, en definitiva, son paramilitares uniformados al servicio exclusivo y excluyente de la megalomanía revolucionaria a la cubana que orienta al socialismo que pregona?
Es hora de llamar las cosas por su nombre y de no esquivar la verdad. Estos son macro problemas reales que el señor ministro tendría que estar enfrentando. Apague por lo menos la candela de la inseguridad fronteriza y liquide los factores que la alimentan. Garantice la vida y los bienes en los barrios de nuestras ciudades, la libertad y la dignidad ciudadanas. Ese es su deber. Recuerde que quien juega con candela termina quemado. La institución que dirige está herida de muerte. Hasta los idiotas entienden la gravedad del momento.
Oswaldo Alvarez Paz
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