miércoles, 3 de octubre de 2007

Gómez: período de siete años con reelección ilimitada y continua

De La Mulera a Sabaneta de Barinas... o viceversa.



“Liquidada la posibilidad de asistir al debate electoral y liquidado el orden constitucional no quedaba a los adversarios del naciente gomecismo, camino de oposición distinto al de la conspiración y la guerra civil. Los (oponentes dentro del propio gobierno) optaron por la conspiración palaciega”.

Gómez capitalizó políticamente el rechazo al continuismo de Castro dando el golpe para derrocarlo el 19-12-1908. Ramón Velásquez al referirse a este hecho observa algo previsible para un siglo después: “El golpe de Estado no encuentra resistencia militar, ni protesta en uno solo de los miembros del Parlamento o del alto Poder Judicial que un año antes había designado caprichosamente Castro.” Al contrario le buscaron acomodo constitucional. Lo cuenta Jacinto López dando la receta aplicable, con ciertas variaciones, a situaciones semejantes: “El período constitucional (que era de seis años) bajo el orden establecido por la Constitución cipriana de 1904, había de concluir en 1911…La autoridad de Gómez procedía de esta Constitución. El no era ni podía ser sino Vice-Presidente de la República en ejercicio de la presidencia por ausencia del titular. Venezuela pensó que era lo más cuerdo y prudente guardar la paz por el breve tiempo de dos años y medio que faltaban para la extinción del mandato constitucional, dedicándose entretanto al trabajo de reconstrucción que la ruinosa dominación de Castro hacía imperioso y preparándose a favor del momento que parecía oportuno para la formación de un gobierno legítimo y representativo.” La monstruosa ambición de poder vitalicio Gómez, maestro de la simulación, quien había capitalizado el rechazo al continuismo de Castro, ocultó en 1909 (tenía apenas un año en el poder) sus propios planes continuistas por considerarlos prematuros. Hizo entonces una maniobra engañosa. Redujo el período de seis a cuatro años como señuelo a cambio de su reelección inmediata, con la promesa formal de no postularse para otro período, consintiendo en ser inelegible por disposición expresa del Art. 84 de la nueva Constitución: “El Presidente de la República, aunque no haya desempeñado todo el período constitucional correspondiente a los cuatro años para que fue nombrado, no podrá ser reelegido para el período siguiente.” En estas condiciones fue reelecto para el período (19 de abril) 1910-1914.

Con la maniobra, comenta López, sumaba Gómez “cinco años y cuatro meses de mando en lugar de los dos años y medio del saldo del período de Castro.” Y explica porqué no hubo reacción en contra:”Nadie era entonces capaz de sospechar las intenciones y los planes de este hombre. Nadie era entonces capaz de presentir que este hombre heredara o compartiera con Castro la monstruosa ambición de poder vitalicio. El había de destruir, para realizarla, su Constitución de 1909, como destruyó Castro la suya de 1901 con el mismo fin.” Traslademos esta maniobra a 1999: un presidente electo sólo para cinco años, que terminaban en 2004; una nueva Constitución por la cual se hace reelegir hasta completar ocho años; se hace reelegir inconstitucionalmente de nuevo por otros seis años; y luego en 2007 impone la derogación de su propia Constitución para perpetuarse en el poder mediante la reelección inmediata y continua. No hay nada nuevo bajo el sol, cuando de agallas se trata.

Referéndum al viejo estilo Considerándose consolidado en el poder, Gómez rompe el dique de contención constitucional de su desmedida ambición de poder. Faltando apenas meses para vencerse el período, inventa una insurrección y suspende el proceso electoral, junto con las garantías constitucionales. No acusó al imperio, porque no era comunista ni había nacido Fidel. Acusó a sus enemigos, comenzando por el errante Cipriano Castro, de haberse alzado en armas, y salió en campaña. Nadie vio a los insurrectos, ni oyó un disparo siquiera. Todo era una farsa. Como no se conocía lo que es un referéndum, ni existía un CNE para la trampa, ni menos aún habían aparecido las máquinas de Smarmatic, Gómez optó por el procedimiento de la época: elegir a dedo un Congreso de Plenipotenciarios de los Estados, semejante a una Constituyente, que, apenas instalado, lo designó Presidente Provisional mientras entrara en vigencia la nueva Constitución (1914), la que amplió el período presidencial a siete años con reelección ilimitada y continua. Desde luego, fue reelecto para el período 1915-1922, iniciando la etapa de la presidencia vitalicia. La copia de la receta de Gómez, ahora en versión comunista, confirma que los extremos se tocan.

La presidencia vitalicia, el negocio redondo de los corruptos Afirma Velásquez: “1913 es el año del rompimiento de Gómez con los políticos y militares que en 1908 apoyaron su reacción contra Cipriano Castro.” Algo parecido está ocurriendo ahora. Y luego escribe un párrafo suficientemente explícito para un buen entendedor:” Liquidada la posibilidad de asistir al debate electoral y liquidado el orden constitucional no quedaba a los adversarios del naciente gomecismo, camino de oposición distinto al de la conspiración y la guerra civil. Los (oponentes dentro del propio gobierno) optaron por la conspiración palaciega.” Entre los alzados en armas destacó Arévalo Cedeño, quien para justificar su acción contra la perpetuación en el poder, acusó a Gómez de “haber convertido a la República en una inmensa factoría; la Nación en una gran hacienda; los venezolanos en una gleba se siervos; el Congreso en un corrillo de lacayos, con pretensiones de caballeros; los ministros en un cuerpo de dependientes; los presidentes de los estados en unos agentes sin pudor; y la Constitución en una especie de estatutos mercantiles modificables según las necesidades del negocio.” Noventa años más tarde estamos ante lo mismo: modificar los estatutos mercantiles que llaman Constitución para que los corruptos, con la presidencia vitalicia, continúen el saqueo de la República hasta el hartazgo, sin límite de tiempo.

FRASE:

Liquidada la posibilidad de asistir al debate electoral y liquidado el orden constitucional no quedaba a los adversarios del naciente gomecismo, camino de oposición distinto al de la conspiración y la guerra civil. Los (oponentes dentro del propio gobierno) optaron por la conspiración palaciega.

Jesús Petit Da Costa
www.analitica.com

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