La relación entre el régimen y la oposición ha sido de involuntarias enseñanzas mutuas. Ante la ofensiva del uno, el contendor ha aprendido. Desde 1999 a 2007 ha habido esta danza temeraria, que ha implicado costos terribles para la democracia, aunque también el gobierno se ha visto sometido a asedios inesperados. Al comienzo, Chávez tenía toda la fuerza y la oposición estaba reducida a quienes no habían sucumbido al encanto del “diálogo”, inventado para atrapar incautos ávidos de figuración y posiciones. Más adelante se generó un “equilibrio catastrófico” en el cual ninguno de los contendores podía imponerse sobre el otro. Desde hace algún tiempo las debilidades gubernamentales se han incrementado y la disidencia avanza, aunque a campo traviesa y sin mucho concierto.
1999-2004
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De 1999 a 2000, Chávez logró el control del Estado en el plano nacional. Magistrados, parlamentarios y gerentes públicos fueron domesticados y embusacados en las alforjas de la revolución. Round ganado por Chávez.
La disidencia de entonces, emergida desde la sociedad civil, mientras los partidos estaban paralizados o conchabados con el oficialismo, comenzó a tomar las calles. Aquel sector ciudadano entendió muy rápido que se trataba de enfrentar a un régimen que ya mostraba los belfos del autoritarismo; entonces se sumaron Fedecámaras y la CTV, los agredidos gerentes petroleros, más adelante los trabajadores de PDVSA como un todo, y la clase media en forma masiva. Esa comprensión del carácter del gobierno procuró su sustitución, hasta que en un increíble azar se juntaron las demandas de la calle, la desobediencia militar, un grupo de aprovechadores plutócratas, dirigentes sociales, unos conspiradores torpes, y se produjo la eyección de Chávez del poder. Round ganado por la oposición.
El Presidente, al retornar, lo hizo derrotado. Su regreso a Miraflores no fue –en ese momento- una victoria; llegó debiéndole su cargo a Baduel, al PPT y a los que después constituyeron Podemos, a los generales que le habían desobedecido y después lo habían buscado, pero sobre todo a los vivos que con su voracidad por el poder desbarataron la victoria que la calle insurrecta había logrado. Chávez llamó al diálogo, como siempre que está lisiado, pero luego procedió a purgar a la FAN, a tomar fuerte control de las instituciones, y adquirió la conciencia de que su régimen –más allá de las elecciones- debía mantenerse por la fuerza. Round ganado por Chávez en 2002.
El movimiento opositor se recompuso. Había probado la dulce melaza con la renuncia de Chávez y se lanzó a una nueva ofensiva con el paro cívico nacional de diciembre. Al inicio fue victorioso por la movilización de masas alcanzada. Sin embargo, su continuidad indefinida, sin más solución que una insurrección imprevisible, un alzamiento militar seguramente prometido, pero falso, y una dirección opositora que no sabía cómo concluir una acción que había perdido sentido, condujeron a un nuevo round ganado por el régimen.
Luego, la oposición comenzó a articular un camino internacionalmente aceptable y nacionalmente más productivo, como el del referéndum revocatorio. Movilizó al país y se desarrolló una campaña electrizante, que tenía a la sociedad en estado de levitación y esperanza. Se consiguieron las firmas. 2003 parecía el año de la sustitución presidencial; las calles eran de la disidencia. Round ganado por la oposición.
El gobierno, viéndose perdido en las urnas, por aquella consigna “pacífica, democrática, constitucional y electoral”, con OEA y Carter en el escenario, desarrolló un plan inteligente con dos frentes: las “misiones”, que significaron el comienzo de una hemorragia de gasto público que hasta el sol de hoy permanece; y el fraude electoral, continuado. Chávez logró el aplazamiento del referéndum y lo ganó con la ayudita electrónica del CNE en 2004. Round ganado por el Presidente.
2005-2007
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Sobre la base del aprendizaje arrojado por el RR, la disidencia se enfrentó globalmente al sistema electoral. Se abstuvo en las elecciones legislativas de 2005 y deslegitimó gravemente al gobierno, lo cual configuró un nuevo round ganado por la oposición.
A los pocos meses esa victoria se disolvió por la carencia de dirección de la oposición y el desencanto se instaló; el gobierno, con la posesión de la Asamblea Nacional, y con la disidencia abatida, avanzó en su intento de controlar no sólo al Estado sino a la sociedad civil. Ganancia neta para el gobierno durante el primer semestre de 2006.
Más adelante, la oposición se unió. La propuesta de las primarias forzó un acuerdo que se había demorado. Se logró la candidatura única y el país sublevado se movilizó. Cierta recuperación de los partidos y la unidad, con una sociedad civil todavía incrédula, se logró. Gran victoria opositora en punto a movilización y avance político. Hasta el día de las elecciones en las que el CNE dictaminó que el Presidente había ganado y el candidato opositor lo confirmó, “aunque no por tanto como dicen”. Quedó la sensación de que las cuentas no habían estado claras y el resultado quedó manchado. Round ganado por el gobierno.
La oposición aprendió de la unidad. La corriente abstencionista era poderosa porque quedó la sensación de que el resultado no había sido claro; sin embargo, la disposición de los partidos (todos los cuales, por cierto, habían sido abstencionistas en 2005) de promover la participación electoral en 2007 para derrotar la propuesta constitucional oficialista, se convirtió en un torrente abrumador que sobrepasó a la tesis de la abstención. El gobierno, confiado en el gasto público, en la lealtad de los jefes del CNE y en la suposición de que tenía las manos libres, se lanzó sin paracaídas. Mientras, la oposición, que contaba con la fuerza de masas ahora liderada por los estudiantes, la rabia a flor de piel por el cierre de RCTV y una organización electoral que llegaba hasta un 70 % de las mesas, derrotó al gobierno. Y el CNE no pudo impedirlo, gracias a las masas y a la actitud de un sector de la FAN. Round ganado por la oposición.
2008
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Ahora el gobierno se prepara para la revancha. Según el criterio presidencial, si no ganan sus candidatos a gobernadores y alcaldes, habrá guerra civil, porque después la disidencia democrática irá por el César. No es fatal que Chávez gane este round debido a una obligada alternancia de los ciclos referidos; lo que sí es seguro es que le quedó la amargura de la derrota y va a hacer todo lo legal y lo ilegal por ganar.
Por eso resulta suicida para los demócratas no insistir en saber el resultado de las elecciones del 2-D. Si éstos no se reclaman; si se admite que no importa que un 6 ó 7 % se ignore por siempre, con el aval opositor (cuando supuestamente Chávez perdió por 1%), ¿qué autoridad tendrá este sector para reclamar en las dudosas elecciones de este año si el CNE le dice que tal o cual candidato perdió por el 1 % y que los resultados sólo se sabrán dos, tres, cuatro meses después, o nunca?
Carlos Blanco
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