Tras las confesiones del fiscal del ministerio público Hernando José Contreras desenmascarando las siniestras ejecutorias del Fiscal General de la República isaías Rodríguez, un rasgón en el telón que oculta los sucios y tenebrosos entramados de la justicia del régimen ha permitido captar en su siniestra magnitud la justicia del horror del fascismo criollo. Infinitamente más cochambrosa, sucia y pringada que la del Tercer Reich, pero tan sórdida, gangsteril y mafiosa como la de los togados de la swástica durante los 13 años del reinado de Adolfo Hitler.
¿Qué define en su esencia a la justicia del horror? La subordinación del cuerpo de magistrados a los intereses políticos de quien detenta el Poder ejecutivo, la conversión de la justicia en instrumento de persecución, represión y castigo de las disidencias, la perversión de todos los altos principios éticos y morales que deben regir la ecuanimidad, independencia y equidad en el uso del poder de la jurisprudencia y la pérdida de toda autonomía de la justicia en cuanto Poder autónomo del Estado.
Todos esos requisitos han sido cumplidos y con creces bajo el régimen chavista. La justicia se ha convertido en una caricatura. La impunidad de quienes detentan el Poder y en particular de Hugo Chávez y la pandilla con que gobierna a discreción no conocen ni límites ni precedentes. Nunca presidente alguno pudo en Venezuela perseguir, encarcelar y quebrantar las sagradas normas de un sano ejercicio jurídico bajo el manto de la democracia, como lo ha hecho el teniente coronel.
Miles y miles de familias se han visto privadas de sus más elementales derechos, han sido violadas, saqueadas y escarnecidas por la voluntad de un hombre, como sucediera con los hechos del 11 de abril y el paro nacional que terminara con los derechos de 20 mil trabajadores y sus familias pisoteados. Policías inocentes permanecen en prisión, mientras los homicidas de Puente Llaguno, sicarios del presidente de la república, no sólo disfrutan de plena libertad: han sido condecorados y premiados por los asesinatos cometidos.
Los responsables por las graves quemaduras sufridas en condiciones infrahumanas por un puñado de soldados, alguno de los cuales perdió su vida, disfrutan de absoluta impunidad, mientras un general, por el sólo hecho de describir el funcionamiento de un lanzallamas, debió pasar años en la cárcel y aún no recibe la justa abolición de su condena. De los más de cien mil homicidios cometidos bajo el régimen de impunidad y anomia del actual régimen, la inmensa mayoría permanecen sin esclarecimiento. Los asesinos siguen matando, violando, robando, secuestrando en el mayor libertinaje.
Nada de esto es casual o producto de la mediocridad, la inoperancia o el abandono. Es el resultado de un régimen cuya ideología se basa en la desarticulación de todos los valores, la aniquilación de todas las normas, la imposición de la cruda brutalidad del más fuerte. fascismo puro. Terrorismo de Estado.
Este aparato de justicia no puede ser reformado. Deberá ser erradicado, extirpado y saneado quirúrgicamente. Para construir en su lugar otra justicia, radicalmente distinta. Justa, así suene absurdo. Para todos, sin exclusiones ni banderías. Pero ello no es posible bajo el mandato del actual presidente de la república. Apartarlo del Poder es el requisito sine qua non de una limpieza del espíritu nacional. Manos a la obra.
Por Antonio Sanchez García
http://www.noticias24.com/actualidad/?p=13115
viernes, 28 de marzo de 2008
LA JUSTICIA DEL HORROR
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