Venezuela es un país con una pésima distribución del ingreso: unos pocos ganan mucho y la mayoría gana poco. Esto se ha acentuado en los últimos años, en virtud de la conformación de una nueva aristocracia en Venezuela, que hemos denunciado desde al menos tres años. Se trata de una burocracia con muy poco nivel de calificación que ha ocupado posiciones clave en la Administración Pública con sueldos millonarios.
Un profesor universitario con un nivel de agregado, que ha debido presentar dos trabajos de ascenso y que debe contar con postgrado, devenga un salario básico de BsF. 1.950, el cual no ha experimentado ningún aumento en dos años y nueve meses cuando la inflación acumulada en ese lapso sobrepasa 45%. Lo mismo ocurre con el personal administrativo y obrero de las universidades, cuyos salarios no compensan el alto costo de la vida y se han quedado rezagados porque el Gobierno se niega a otorgarles los recursos financieros a las universidades para un funcionamiento adecuado.
Hoy, las universidades nacionales son víctimas de un cerco presupuestario que amenaza con ahogarlas.
Por su parte, en la Fuerza Armada Nacional la situación aunque menos mala, deja mucho que desear. En tanto el Gobierno se ha embarcado en compras millonarias de armamento oyendo el canto de sirena de los mercaderes rusos, las remuneraciones del personal militar tampoco es buena. Así, un capitán tiene un salario de BsF. 1.900, en tanto que un coronel gana Bs. 3.500, lo que Rafael Ramírez devenga en dos días.
Ahora compárese esos sueldos con el salario básico del presidente de Pdvsa, que equivale a BsF. 54.000 mensuales (Bs. 54.000.000 de los viejos), a lo cual hay que agregar los bonos por varios millones de dólares y las pólizas de seguro de salud internacionales. En ese mismo grupo destacan los presidentes o jefes de organismos tales como el Seniat (BsF. 30.000 mensuales), el BCV (BsF. 42.000 mensuales, el TSJ (BsF. 45.000 mensuales), entre otros.
Esta injusticia laboral tiene que ser corregida con un incremento sustancial de sueldos y salarios, para lo cual la excusa de que no hay dinero no tiene cabida, porque este gobierno ha dispuesto de suficientes ingresos, parte de los cuales se ha despilfarrado en proyectos gaseosos y en ayudas al exterior.
José Guerra
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