Vendrán tiempos en que los venezolanos no darán crédito a los cuentos de los abuelos. Uno de ellos versará sobre la asamblea legislativa en tiempos de un tal Hugo Rafael Chávez Frías. “Había una vez una asamblea presidida por una cachifa. Era cuando un teniente coronel que se creyó el Mesías sedujo a la mitad de un pueblo para someter a la otra mitad. Iba con su flauta por los senderos de la república y millones y millones se fueron detrás de él, como en el cuento de Anderson. Terminaron desbarrancados en un gigantesco pantano, ahogados como cochinos…”
“¡Qué tiempos aquellos! Salieron de las catacumbas del pasado unos como extraterrestres que se creyeron todos los cuentos y faltándole el respeto a su propia historia tomaron por asalto los tribunales de justicia, el ministerio público, el capitolio y hasta los estados mayores de las fuerzas armadas. Bajaban de las alturas y subían de los abismos, arrastrando sus harapos y arrebatando cuanto bien estuviera a su paso y no dejando tras suyo más que muerte y desolación. ¡Qué tiempos, hermanos!”
Los niños abrirán sus ojos y no creerán tanta impudicia. “Imposible, abuelo, eso no pudo haber pasado en este país. Eso en donde sucedió parece que fue en Cuba, en donde un ogro de luengas barbas se comió a los niños y tiró sus padres a los tiburones. Pero aquí, imposible…”
¿Cómo creer que una catástrofe de esas dimensiones sucediera en esta Venezuela del orden y la prosperidad, de la disciplina y el trabajo, del progreso y el entendimiento? Y allí los abuelos mostrarán recortes de viejos periódicos, de esos que ya nadie lee, y verán el rostro deforme, abotargado y maléfico de un ser gordinflón, medio aindiado, con verruga y todo, vestido de uniforme de campaña y gorra rojo rojita.
“Tal como se lo cuento, así fue” - seguirán los abuelos. “La asamblea fue asaltada por unos pobres infelices que no sabían leer ni escribir, ignorantes e incultos, alzados y prepotentes porque se sabían guapos y apoyados por unos generales que nadie sabe de dónde salieron. Si de un país extraño o de una pesadilla convertida en realidad. Les juro que así fue: fue en Venezuela, pero hace cincuenta años. Y no les cuento como terminaron el tal Hugo Chávez y la cachifa del parlamento, porque quiero que duerman sin sobresaltos.”
¡Qué cosas no contarán esos abuelos y tatarabuelos a los nietos del futuro! Costará convencerlos de que así fue en un país llamado Venezuela, cuando el mundo se puso patas p’arriba, como en el poema de Goytisolo, cuando había princesas malas y piratas honrados. Corderitos asesinos y lobos generosos. ¿Alguien podrá creer que una cachifa presidía nada más y nada menos que el parlamento de la Venezuela de Simón Bolívar?
Que Dios se apiade se esos niños, si no sobreviven algunos abuelos que les echen el cuento. Que bien dice la sabiduría popular: quien no recuerda el pasado, corre el riesgo de repetirlo.
Lumpen chavista protegido por el "General" Cliver Alcalá Cordones
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