Juan Carlos Apitz en su columna de hoy en Tal Cual comenta acerca de los sucesos ocurridos en Sudán, donde el presidente de esa nación fue arrestado por crímenes de lesa humanidad y hace una analogía de la actual situación venezolana.
La Corte Penal Internacional emitió la semana pasada una orden de arresto para el presidente sudanés Omar al-Bashir (el primer jefe de Estado en ejercicio cuyo arresto solicita el tribunal) por crímenes de guerra y de lesa humanidad presuntamente cometidos en Darfur, una zona desértica en el oeste de Sudán. Este dirigió una campaña genocida para eliminar a tres tribus étnicas africanas, en cuya guerra han muerto unas 300.000 personas y 2,7 millones se han visto desplazadas de sus hogares.
Las acusaciones contra Al Bashir incluyen haber organizado una campaña de exterminio de al menos 35.000 personas de tres tribus de agricultores: Fur, Masalit y Zaghawa. Para ejecutarlos se valió de las Fuerzas Armadas y milicias paramilitares árabes conocidas como Yanyauid; aunque también se le acusa de haber provocado “la muerte lenta” de otras 265.000 personas en la región, quienes ahora son refugiados y desplazados que tuvieron que abandonar sus casas por la guerra en la región. Ante lo sucedido el Presidente encausado, en actitud desafiante, dijo recientemente a sus seguidores en un acto: “Les decimos que se sumerjan en agua y la beban”, que es un fuerte insulto árabe, y que en criollo diríamos: “Vayan a lavarse ese paltó”.
Sin mayores diferencias, de este lado del mundo, en esta “tierra de gracia” tenemos nuestro propio “Ángel Exterminador” que amenaza, intimida, chantajea, coacciona, atropella, derriba, arremete, ataca, cierra, asalta, humilla, avasalla, ofende, degrada, etc., a los venezolanos y extranjeros; lo cual hace públicamente en cadena nacional, o privadamente al girar instrucciones a sus ministros, subalternos y arrastrados, o en su defecto, a los grupos armados que financia, dirige y protege.
Sólo recordemos algunos detallitos: la Lista Tascón; el cierre de la señal libre de RCTV; la represión, agresión y detención de nuestros jóvenes en las marchas estudiantiles; la ocupación y arrebato de empresas y tierras productivas; el abuso de poder, arbitrariedad y atropello para aprobar una enmienda inconstitucional que le permita reelegirse por siempre; el uso del Poder Judicial para perseguir y apresar a la disidencia política; el despido de más de 18.000 padres de familia de sus puestos de trabajo en Pdvsa; la persecución y constante agresión de periodistas y medios de comunicación críticos al gobierno, etc., etc., etc. Dicen que la justicia tarda, pero llega; que se puede ocultar la verdad un tiempo, pero no todo el tiempo.
Al Bashir apenas es el tercer Presidente en ejercicio en ser objeto de un proceso judicial internacional. Le precedieron el serbio Slobodan Milosevic, fallecido en 2006 e inculpado en 1999 por el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY), y el liberiano Charles Taylor, perseguido desde marzo de 2003 por el Tribunal Especial de Sierra Leona.
Es cierto, la justicia y la verdad tardan, pero llegan aunque los gobernantes prefieren la amnesia y la impunidad. La justicia es como la muerte provocada en Darfur: lenta, pero llega.
Juan Carlos Apitz
Tal Cual
De muerte lenta
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