miércoles, 11 de marzo de 2009

Chávez nunca se lavará el paltó


El Atrofiao de Sabaneta con todo su equipo, preparado para expropiar areperas, ventas ambulantes de "asquerositos", chicha, guarapo é papelón, cachapas con queso é mano y otro alimentos de la "cesta básica" del venezolano. Parece que también tiene en mente el rrréeeeegimen meterle el ojo a los negocios dedicados a la venta de productos esotéricos: velones, imágenes de José Gregorio Hernandez, el cacique Guaicaipuro, el Anima Sola, baños para quitar la pava, etc., etc., etc.



En Aló Presidente Hugo Chávez anunció formalmente que nunca se lavará el paltó. Ese paltó de Hugo Chávez está muy sucio, manchado de marrón chocolate, con alguna que otra intercalación de un rojo oscuro, el color de la sangre hemorroidal. Y huele bastante mál. Se ensucia más cada vez que PDVSA pierde producción, o que hay un apagón en Venezuela, o que ALCASA pide mil millones de dólares más para cubrir su corrupción e ineptitud, o que nombra un nuevo payaso como General en Jefe, o que insulta a algún jefe de estado, o que confisca bienes de empresas productivas, o que amenaza groseramente con quitarle sus haberes a la gente de bien o que aumenta el número de niños de la calle.


Ya ese paltó tan está sucio y maloliente que el paracaidista no se preocupa en lavárselo y hasta se ha acostumbrado a usarlo así, hediondo y mugre, exhibiéndolo con orgullo tanto en sus apariciones en el país como en sus viajes al exterior, donde ya piensan varias veces (y airean bien los espacios) antes de recibirlo. Ha llegado al extremo de describir en la televisión en cadena como se lo ensucia, cada vez que, como le pasó en el Museo Militar y, luego, en Maracay, se pone nervioso y no encuentra un sitio donde agacharse.

El paltó de Chávez es una inmundicia que representa fielmente, tal como lo hacía el retrato en el caso de Dorian Gray, el desastre y el grado de podredumbre que caracteriza su régimen. Será donado, después de su descarga final, al Museo Escatológico de La Habana, donde será exhibido en una vitrina especial (eso sí, sellada al vacío por el olorcito), al lado de las piyamas usadas por Fidel en su etapa incontinente.

Por esto es inútil que usted le pida a Chávez que se vaya a lavar ese paltó. No, ese paltó no es para ser lavado. Es ya una pieza de antología de la peristálsis socialista del siglo XXI, para ser visto por las generaciones del futuro en una sal especial del museo arriba citado, la cuál los Cubanos seguramente bautizarán, con su característico buen humor, como la Sala de las Dos Cagadas, SADOCA.


Gustavo Coronel
Noticiero Digital

2 comentarios:

JAS. dijo...

Carajo! enserio piensa expropiar los puestos informales de comida?

Yetro dijo...

JAS:


No, no, el loco no piensa expropiar los puestos informales de comida. Esa nota es para darle más "picante" a la información, aunque cualquier cosa se le puede ocurrir a ese orate.

Salu2