lunes, 9 de marzo de 2009

Arepa mía, cuando yo te vuelva a ver... o a Samán se le quemó la arepa cerebral



El grado de irresponsabilidad del régimen venezolano no puede ser mayor. Mientras el mundo entero discute problemas macroeconómicos de cómo enfrentar la grave crisis financiera que afecta a casi todo el globo, aquí en Venezuela todo el Gabinete económico se está preocupando por ponerle precio a la arepa. Eso se cuenta y no se cree.

A qué gobierno serio se le puede ocurrir semejante necedad
y máxime si en los diez años que lleva destruyendo y arruinando el país le han ingresado más de ochocientos cincuenta mil millones de dólares. El señor Samán, ministro de Comercio, está muy intranquilo por el precio de la arepa de pernil. ¡Qué riñones!

Dado a los hábitos y particularidades de los funcionarios públicos chavistas, me atrevo a asegurar que la semana pasada el señor Samán después de una noche probablemente de trabajo, o de parranda, se metió junto a algunos de sus compatriotas a una arepera caraqueña y se dio cuenta de lo que cuesta una arepa de pernil.

Desde luego, tuvo que alarmarse porque en honor a la verdad, las arepas, y todas las cosas en general, en un buen sitio, con aire acondicionado, con empleados uniformados, y en un buen local, no son nada baratas. Ahora, si el Ministro Samán se mete a comer esa misma arepita en un local sin mucha comodidad y en una barriada popular de las que ellos supuestamente defienden (y que poco visitan cuando no es época electoral), verá que es mucho menos costosa.

De eso se trata, en un país libre y democrático: cada quien tiene la libertad de escoger el lugar dónde comer o dónde gastar su dinero.

Quizás hoy amanezcan fiscalizando todas las areperas, y hasta es muy seguro que se atrevan a multar y cerrar muchas de ellas, para causar la engañosa sensación de que está defendiendo a los pobres. Pero el daño no se lo harán a los dueños de esos establecimientos, sino a los empleados, en su mayoría mujeres, que no pocas son sostén de familia. Vaya gobierno socialista que está empeñado en acabar con las fuentes generadoras de empleos en nuestro país.


Por qué no se ocupan de supervisar a los entes públicos cuyos gerentes o directores son de libre designación y remoción de los gobernantes rojos rojitos para ver cómo funcionan. Por ejemplo, las compañías de energía eléctrica, que no le responden al pueblo por los constantes apagones y repentinas subidas de voltaje que dañan los aparatos electrodomésticos.

Por qué no se echan una pasadita por Hidrocento o Hidrocapital, y los multan, o los cierran por el mal servicio que prestan. Es decir, si quieren ser verdaderos socialistas, por qué no comienzan por rescatar los organismos que dependen de ellos antes de fastidiar a los que son de capital privado.

Nadie se enojaría por esas acciones del régimen si todos los servicios públicos funcionaran a la perfección, o si fueran producto de un meticuloso estudio técnico.

Por ejemplo, para llegar a la absurda conclusión de que una arepa de pernil debería costar mil quinientos bolívares, el ministro simplemente calculó lo que cuesta un paquete de harina y un kilo de pernil, nada más. Cualquiera, aunque nunca haya realizado una operación mercantil, sabe lo absurdo de la medida.

Ahora, si la salud y la seguridad pública funcionasen como funcionan en los países del primer mundo, otro sería el cantar. Pero la misión de estos revolucionarios al parecer es acabar con todo. Con lo público y con lo privado.

Obsesión por la Polar

Las amenazas de Hugo Chávez contra las empresas Polar no tienen calificativo. Los delincuentes, los dictadores, o los locos, son los únicos que pueden pensar que por el solo hecho de ser gobernante se puede hacer lo que le venga en ganas, sin importar la Ley y el derecho que les asiste a los demás.

¿Cómo es eso de que si el señor Lorenzo Mendoza sigue con la mamadera de gallos le expropian todas las empresas? ¿Es que acaso el dueño del país es Chávez? Parece que todo obedeciera a resentimiento. Se nota, por ejemplo, cuando Chávez hace alusión -para referirse a estos empresarios- a que si los apellidos pomposos, o las corbatas finas etc… ¿Será posible que la conducción de un país esté signada por tan bajas pasiones y complejos de inferioridad?

Todos los días tenemos que recordárselo al pueblo. Hugo Chávez tiene diez años en el poder y ha manejado miles y miles de millones de dólares y no ha construido una sola obra de la cual los venezolanos nos podamos sentir orgullosos.

La embestida de Chávez contra el capital privado se traduce en el fracaso de su política social y económica. Por qué se preocupa por la arepa, o por el arroz, si en el pasado, con decididas intenciones destructoras del capital privado, invadía el país con productos importados y vendidos por debajo del precio para decir que los productores y comerciantes venezolanos eran unos especuladores.

Pues bien, a pesar de todo, los comerciantes subsistieron, los reales para importar se acabaron, y el régimen fracasó en su intento de mal poner a nuestros comerciantes. ¿Dónde están los “pedevalitos” que vendían barato en vísperas de elecciones? ¿Qué pasó con los “Mercal”? Chávez ha fracasado en todos sus programas, y como todos los resentidos en la vida, quiere también acabar con todo lo que le rodea. No acepta el éxito de nadie.

Amor con hambre no dura

En el mundo entero ya han entendido cuál es el tipo de gobierno que existe en nuestro país. Saben de sobras que no se trata de una democracia. No tienen duda de que aquí se ha implantado una verdadera dictadura; claro está, no del mismo estilo que la cubana, o de las que existieron en épocas anteriores. Podemos decir que en Venezuela padecemos una dictadura de nuevo cuño; donde el pueblo no tiene dónde acudir cuando les violan sus derechos.

Las dictaduras pueden perdurar, siempre y cuando al pueblo se le mantenga engañado y con el estómago lleno. Pero cuando la gente comienza a sentir hambre y se da cuenta de las injusticias y desigualdades cometidas por sus gobernantes, empiezan las bolas a correr. Chávez no podrá apoyarse en las intervenciones o en las ocupaciones militares de las empresas, para esconder su fracaso.

Si acaso, podrá distraer la atención por muy poco tiempo, porque la gente sabe muy bien que las empresas funcionan mejor en manos privadas que en manos de oficialistas. Venezuela es un barril lleno de pólvora que en cualquier momento puede explotar. Chávez lo sabe, y el mundo entero también.

Pero lo peor de todo es que desde hace rato están raspándole la cabeza al fósforo que encenderá la mecha. Cuando esto explote, nos hallaremos en un sálvese quien pueda, porque la Fuerza Armada Nacional está totalmente destruida para enfrentar la crisis. En ellas no hay disciplina, ni mucho menos la obediencia que antes existió. Tan eso es así que un coronel es el ministro de la defensa y muchos de los generales son aduladores de oficiales de menor graduación.

Las arepas de Samán
Pablo Aure
El Carabobeño

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo dije en tono de broma, que este gobierno le entró de nuevo la fiebre de la expropiadera hasta que llegaría a expropiar a las ventas de empanada, así que ahora no fueron las empanadas, pero le tocó a las areperas.
QUE HORROR, veremos cuanto le durá esta distración

Prof. Israel Lima dijo...

Yetro,
Muchas gracias por su visita y comentarios sobre mi blog. Que bueno que usted disfruta. Muchas gracias.

Hasta la próxima