martes, 10 de marzo de 2009

La marabunta revolucionaria



Los revolucionarios actúan como esos bachacos que devoran todo lo que encuentran. Los insectos lo hacen por necesidad de sobrevivir, los revolucionarios para enriquecerse y por ineptitud. Después que han destruido a las empresas de Guayana, a PDVSA y a los bancos del Estado, ahora pretenden escudarse en los "bajos" precios del petróleo para justificar lo injustificable. Cabe recordar que cuando se estatizó la industria petrolera en 1976, el precio del barril rondaba los once dólares y que el máximo precio de nuestra cesta antes de la llegada del teniente coronel fue de treinta y dos dólares ($32,00) por barril, precio que se mantuvo por apenas dos años. Hoy, después de varios años por encima de los cincuenta dólares y por arriba de los ochenta dólares en el 2008, el presidente de PDVSA declara que "tenemos que ajustarnos a una situación que no admite derroches, gastos que no sean prioritarios". Es de suponer que con un barril a treinta y cinco dólares ya no se despacharán maletines llenos de dinero para la presidenta Argentina; se le pedirá a Evo que devuelva aviones y helicópteros; Zelaya no recibirá más tractores, ni Ortega más plantas eléctricas. Castro se quedará sin las cuantiosas inversiones ofrecidas por Venezuela y deberá pagar de contado los envíos de petróleo y República Dominicana nos pagará con dólares y no con habitaciones de hotel en sus bellas playas. Como sabemos, esto no ocurrirá y los que tendrán que ajustarse el cinturón serán los trabajadores venezolanos.

Independientemente de que los precios estuviesen altos o bajos, PDVSA se manejaba con eficiencia para entregarle lo más posible al Fisco en impuesto de regalía, impuesto sobre la renta y dividendos, y el ministerio le autorizaba el monto para sus gastos e inversiones. Los contratistas y proveedores cobraban lo apropiado, de acuerdo a estimaciones de costos de la misma PDVSA, sin que sus servicios estuviesen relacionados con el precio del petróleo, salvo un caso de Convenio Operativo que inexplicablemente indexaron el monto a pagar con el precio del barril. Ahora, el ministro de Energía y presidente de PDVSA les solicita que rebajen 40% de la deuda "porque el precio del petróleo bajó". Es decir, que Rafael Ramírez sugiere que estaban pagando un sobreprecio, lo cual debe investigar la Contraloría. Por otra parte, el ineficiente y sumiso ministro ofrece cancelar deudas de acuerdo a la magnitud de las mismas, lo cual ahogará a las empresas grandes que son las que realizan los trabajos más críticos. Mientras tanto, importamos gasolina, la producción desciende, la empresa está endeudada, los accidentes suman 159 desde el 2003 y PDVSA vende y produce alimentos y es un foco de corrupción.

Necesariamente hay que controlar a esta marabunta. Hemos avanzado y contamos con claro respaldo de 5.200.000 ciudadanos, pero hay motivos para ocuparse. Una oposición que llevaba 14 puntos de ventaja con el NO en diciembre se dejó arrebatar el referendo porque la dirigencia no enfrentó adecuadamente el ventajismo oficial. Ahora, en las próximas elecciones, corremos el riesgo de volver a retroceder. El país democrático no le perdonará a los partidos que no constituyan una Dirección Política, que no presenten buenos candidatos y que no elaboren una propuesta atractiva. La marabunta está disminuyendo en número y son obvios los desencantos. Los obreros se están dando cuenta de lo que hace tiempo percibió la clase media: que éste es un régimen que sólo busca favorecer los estratos menos productivos y que no cree en remuneraciones y ganancias justas. La ministra Iglesias fue designada para que desconozca los derechos de los trabajadores. La marabunta sólo quiere controlar a la gente mediante dádivas y ello está ocasionando una rebelión interna. Los supuestamente bajos precios del petróleo sólo son una excusa para no cumplir con los contratos colectivos y la "nueva clase" se seguirá enriqueciendo. El refrán dice que "pa' bachaco chivo". Si queremos derrotar al autócrata en el 2012 tenemos que identificar a ese chivo y apoyarlo sin mezquindades, lo cual pasa por el retiro de candidatos ya derrotados o que no logran ni siquiera la aceptación entre los opositores.


Eddie A. Ramirez S.

El Universal

1 comentario:

Anónimo dijo...

Bueno a buscar a ese Chivo, rapido