domingo, 1 de marzo de 2009

Macaco-Chef y su última receta: arroz con pollo sin arroz y sin pollo


Estoy pensando seriamente vender tours para obesos en los EEUU, destinados a pasar unas dos semanas en Caracas disfrutando de las últimas hazañas culinarias del Máximo Chef de La República, quien acaba de inventar un plato nuevo que solo puede describirse como “arroz con pollo sin arroz, y sin pollo”. Así cualquier adelgaza esos kilitos de mas. El caso es que ahora expropiará las procesadoras de arroz, seguro para poner una cooperativa de militantes del PSUV a manejarla, con el consabido resultado: si antes el arroz con pollo no tenía pollo, ahora no tendrá arroz. El ejemplo no es nuevo, todo lo que expropia la revolución fracasa, porque no puede haber una empresa sin empresarios. ¿Cómo hacerle entender esta verdad sencilla al Chef de Miraflores? La solución nunca es expropiar una empresa que produce y es rentable, sino conversar con los dueños y presionarlos para que se ajusten al ordenamiento legal. Pero, hay un pero muy grande: no hay ley que puede cambiar la racionalidad económica de una empresa, es decir, si el gobierno intenta que el empresario no gane, pronto este dejará de pararle al estado o no habrá más empresa. Tan sencillo como eso.

Los políticos socialistas que nos gobiernan, quienes nunca han manejado ni una panadería, pretenden someter el país a su inexperiencia, irracionalidad y falta de fogueo, con los consabidos conflictos que surgen por todos lados. La discusión se pretende llevar al terreno de “¿Cuánto debe ganar un empresario?”, como si el estado debe o puede meterse a decidir por el mercado cuando debe ganar un empresario “socialista” o “bienintencionado”. Hay que ser bruto para pensar que el estado puede o debe meterse a micro-economista. La corte de bancarrotas está llena de empresarios “humanos”, o de carácter “social”, de “buen corazón”. Quien comienza por ese lado termina dejando de ser empresario, porque su norte debe ser mantener la empresa a flote, como un capitán al mando de un buque, ya que cuando cambia de objetivo el barco de hunde al chocar contra los escollos. En los países desarrollados no existen controles de precios no proteccionismo a las importaciones. Se supone que la competencia entre los empresarios mantendrá los precios bajos, y si intentan ponerse de acuerdo para mantener precios artificiales, pronto terminan en la cárcel. En Venezuela en cambio el estado fija todos los precios, sin ver el costo siempre creciente de los insumos mas el costo invisible de la depreciación de las plantas, que muchas veces es el costo más grande aunque no aparece en las ecuaciones de los funcionarios oficiales.

Ustedes pensarán: ¿y qué sabe de arroz este señor? Mucho más que Chávez y sus ministros. Hace como 25 años cuando trabajaba como economista en Marino Recio & Asociados, me tocó justamente realizar el estudio de rentabilidad de la planta de Arroz Cristal, y me tuve que meter de lleno en los números de esa industria. Estos han cambiado, pero siguen existiendo las mismas magnitudes relativas. La planta es la inversión más importante, y en aquel caso era fabricada por una empresa italiana. El ingeniero que la había diseñado se terminó mudando a pocos kilómetros de la planta, porque la maquinaria era tan compleja que salía más barato traerse al papá de la criatura que llamar a Italia cada vez que pasaba algo. El problema son los insumos, el arroz, del cual se extrae una parte de arroz grande, entero, y otra parte sale arroz partido, de menor calidad, que se vende más barato. Es un negocio muy complejo, y el caso es que Chávez y sus ministros no pueden pretender que ellos saben más de ese negocio que los dueños. Seguro que si estos obedecen al pie de la letra las “justas” leyes socialistas, tendrían que dejar la planta abandonada, como ha sucedido con más de 4000 empresas industriales en los 10 años de la “revolución bonita”.

El país avanza a paso de vencedores hacia una escasez brusca de divisas por la caída dramática de los precios de crudo, y en ese escenario, el socialismo sigue destruyendo a la empresa privada, cuando justamente no vamos a poder importar ni arroz ni pollo para hacer arroz con pollo. En vez de inyectarle capital a la Polar para que esta empresa duplique la producción, que reemplazará a las importaciones de comida, el gobierno actúa al revés: persigue a los productores. Así vamos como los cangrejos. Si llegamos a un punto donde el desabastecimiento mande a la cama con hambre a los venezolanos, acuérdense del socialismo y busquen maíz para tirárselo a las gallinas, como sucedió (exactamente) en el Chile de Allende.


Federico Alves
Noticiero Digital

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