domingo, 30 de diciembre de 2007

2008: punto de quiebre


Si la oposición se lo propone, el 2008 puede ser el año de su insurgencia como alternativa de poder. Sólo una lectura adecuada de los resultados electorales le permitirá consolidar los cambios cualitativos producidos a partir del 2D.

Nunca como ahora las aventuras resultan tan desaconsejables. Las elecciones regionales y municipales representan la oportunidad para mostrar a los ciudadanos cuánto hay de calidad en los anaqueles políticos que se le enfrentan a Chávez.

Una importante suma de victorias en el ámbito de las gobernaciones y alcaldías le dificultará al presidente la restitución del mito de su invencibilidad, sin el cual el proceso perderá una enorme dosis de sus bríos iniciales. La proclama del “por ahora” luce apenas como una respuesta destinada a impedir la desmoralización de las bases revolucionarias, en donde es previsible que el reciente revés transforme dramáticamente la lealtad blindada alrededor de la figura del comandante.

Las bondades de esa consigna, más allá de evitar la infidelidad de la militancia roja, no están del todo contabilizadas en la nomenclatura, cuya mayoría se inclina a favor de mejorar la balanza administrativa y de gestión, con el propósito de esperar mejores tiempos para intentar, de nuevo, la introducción de la reelección indefinida.

La excarcelación del general Francisco Usón y los trámites ante las FARC para la liberación de tres de los secuestrados colombianos, permiten visualizar una línea de acción que combina objetivos internos y externos. Si esa línea se mantiene en el plano doméstico, en el 2008 veremos a un presidente tratando de responder a las matrices mayoritarias que benefician la reconciliación, al menos mientras consigue recomponer sus fuerzas, antes de emprender parte de las reformas rechazadas en el referendo. Chávez necesita recuperar la confianza y para ello requerirá contener sus ímpetus revolucionarios¿

En el terreno internacional también se esforzará en recobrar el “sexapple” perdido por causa del escándalo de las maletas y del activo “petroimperialismo” que han terminado por desnudar al proceso venezolano, como un capítulo más de la historia de la corrupción estructural de las naciones de América Latina. El mandatario venezolano tendrá que hacer nuevos méritos, según se va viendo ya en sus últimas iniciativas para coronar el tumultuoso 2007.

Así, el 2008 le exigirá al presidente Chávez un relanzamiento personal y político ante el cual sus oponentes no tienen más opción que afinar la estrategia de participación electoral a la que el mandatario no podrá responder, sin pagar un alto costo, mediante el arma de la confrontación. El año que hace su entrada será el más interesante y crucial, tanto para un grupo como para el otro. Ambos están obligados a acertar y a producir un punto de quiebre decisivo.

Argelia Ríos

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