Chorócratas en moto
Y el «chorócrata» en Venezuela es un ciudadano de gobierno con alta estima en la carpintería ideológica del poder, porque comen el aserrín rojo-rojito y se convierten así en notables espantapájaros.
¿Y qué es lo que hace un espantapájaros? Pues eso, espantar. Espantan al resto de la nación y de esta forma cumplen con dos tareas importantes en el partido:
Una, aplacan cualquier audacia antichavista intimidando a la gente como fieros militantes y agentes del terror urbano, es de esta manera que contribuyen a la progresiva domesticación de la cólera social que suscitan los poderosos y sus abusos.
Usted nunca verá al ministro del Poder Popular para Relaciones Interiores y Justicia penalizando al «chorócrata» como penaliza al estudiante que protesta en la calle.
La segunda es que ayudan en la noble tarea de ganar elecciones enseñando el yerro en la cintura durante esos días de comicios, amedrentando a quienes no votan por los rojo-rojitos.
Son jornadas en que los «chorócratas» andan en moto, se encapuchan, van en manadas y embisten centros electorales ante la vista gorda y militar del Plan República.
Son peligrosos, lo bueno es que al final de cuentas son espantapájaros, espantan como espantan en los maizales del llano los monigotes embuchados de purito trapo.
¿Y si son sólo monigotes por qué entonces asustan tanto al ciudadano común? Porque tienen poder de fuego y licencia para espantar.
Y es ésta una de las razones por las que no son choros comunes y corrientes sino «chorócratas» oficiales del gobierno que los mantiene.
Se creen insurgentes de genuina cepa revolucionaria, quieren igualarse a aquellos respetables guerrilleros del cerro El Bachiller, y son tan monigotes que algunos hasta se disfrazan de Ché Guevara… ¡cosa más grande!
El «chorócrata» está a medio camino entre la legalidad y el delito. Probablemente nunca vaya a la cárcel como su primo hermano el humilde choro roba-gallina.
También están los «chorócratas» cuello blanco que Douglas Bravo, un guerrillero de plomo y tabaco, identifica como “la derecha en la revolución”.
No se encapuchan, ni van en moto, gritan el “¡uh ah!” con la copa de champaña en la mano. Pero esos ya son de otra categoría y distinción.
LOS CHORÓCRATAS
Noé Pernía
NO A LA CORRUPCION INDEFINIDA
NO A LA DELINCUENCIA INDEFINIDA
NO A LA VIOLENCIA INDEFINIDA
NO A LA INJUSTICIA INDEFINIDA
NO A LA POBREZA INDEFINIDA
NO A LA INFLACION INDEFINIDA
NO A LA ESCASEZ INDEFINIDA
NO A LA MATRACA INDEFINIDA
NO A LAS CADENAS INDEFINIDAS
NO A LA OPRESION INDEFINIDA
NO A LA TRAMPA INDEFINIDA
NO A LA MENTIRA INDEFINIDA
NO AL ABUSO DE PODER INDEFINIDO
NO AL VENTAJISMO INDEFINIDO
NO AL DESPILFARRO INDEFINIDO
NO AL ATROPELLO INDEFINIDO
NO AL ODIO INDEFINIDO
NO AL EMBRUTECIMIENTO INDEFINIDO
NO AL SUBDESARROLLO INDEFINIDO
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