El caso
"Espero despertar de esta pesadilla"
Se entregó a Fiscalía uno de los asesinos del crimen en callejón Los Monstruos
"Papá tienes todo el día llorando, ¿no ves que ellos no querrían que estuvieras así? Si lloras, no van a descansar en paz".
Con el yeso en el brazo derecho la niña de nueve años le habla a su papá, mientras muestra una sonrisa. Sentado en una silla de la casa de su hermano, se ve delgado, con los ojos vidriosos de llorar. Las muletas que ahora le ayudan a caminar, descansan en la pared a su lado.
"Hija, lo que pasa es que las lágrimas se me salen solas", le explica Eliécer, al tiempo que la pequeña hace una mueca de disgusto: "Papá eso ya pasó, no llores más", insiste.
Pero quién sabe qué piensa la pequeña de la muerte de su mamá y sus dos hermanitos de 7 y 11 años. Su hermana, de 13 años, que quedó con una herida rasante en un brazo, está muy callada. Sólo consulta a su padre sobre los cambios en la habitación donde ocurrió todo.
Eliécer no ha vuelto a la casa en la escalera Los Monstruos, en Las Minas de Baruta, desde que a las tres de la mañana del viernes 2 de enero lo atacaron a él y a su familia.
Pasó la noche del primero de enero en casa de su hermano Frank, en Santa Cruz del Este, compartiendo con otros amigos. Cerca de las tres de la madrugada tomó el solitario callejón que lo separa de su casa. Al llegar, escuchó: "epa Coli" al volverse era "Joseíto", quien le llamaba por el apodo de cariño por el que todos lo conocen. Respondió al saludo y comenzó a abrir la puerta. Días más tarde diría: "me confié porque nunca imaginé que 'Joseíto' haría nada".
De espaldas a "Joseíto" y a sus amigos, Eliécer sintió un empujón: "qué pasa chamo", alcanzó a decirle, pero el sujeto conocido como "Iván" tenía el arma en la mano y le disparó a la cara. De un golpe Eliécer tuvo tiempo de desviarle la mano con el arma, pero el asesino insistía, alcanzó a herirlo en una pierna y siguió disparando, pero de la 9 milímetros encasquillada ya no salían las balas.
Eliécer, quien había entrado por la puerta de la planta más alta, vio a su esposa venir hacia él y le gritó: "Mary corre," ella lo hizo y se refugió en un cuarto con sus cuatro hijos. Al mismo tiempo Eliécer consiguió rodar escaleras abajo y gritar pidiendo ayuda, advirtiendo que estaban robando.
Su mamá, quien vive en la parte baja, no lo dejaba subir. "Un machete pedía a gritos", pero poco podría hacer ante las pistolas de los asaltantes.
Arriba la puerta del cuarto donde Mary se refugiaba fue derribada y los asesinos exigían que les dijeran dónde estaba el dinero. Advirtieron que contarían del diez al cero y si no informaban, dispararían. Los niños recibieron más de siete disparos. A la niña de nueve le dieron un tiro en el pecho, que entró y salió sin causar lesiones, otro en la mano y uno rasante en la pierna: escondida entre la cocina y la nevera los asesinos la dieron por muerta. Mary recibió siete disparos, el último en la cabeza.
Durante los 45 minutos que duró el ataque, la familia trató sin éxito de que la policía atendiera el teléfono. A Frank, el hermano de Eliécer, le llamaron para decirle lo que pasaba: "Vente que 'Joseíto' se metió a la casa y le dio un tiro a Eliécer". A Frank le extrañó y comenzó a subir, fue entonces cuando, ya tarde, vio venir a los funcionarios de la Policía de Miranda.
Las dos hijas de Eliécer bajaron heridas: "Papi le dieron a Eliécer y a Yacer". Luego supo que Mary Rodríguez, su compañera, también estaba muerta.
Los asesinos se llevaron un millón de bolívares que Eliécer había cobrado de un "San", dos DVD, los cigarros que él vendía y el Play Station de los niños.
Una vida juntos
A sus cuarenta años Eliécer tenía más de 20 con Mary. Los hijos, que juntos cuidaron celosamente, fueron llegando. Cuando Eliécer veía películas con sus hijos les decía "esto es malo". En las noches se metían todos a la cama a ver películas de terror hasta la madrugada. "Papá, yo quiero ser un oso" comentaba Eliécer, y Yacer decía: "y yo un águila". Los días se iban en juegos tras llegar de la escuela de Las Minas. Eliécer no ha querido regresar a la pensión y las niñas están con su abuela. Sus cuñadas le dicen que se vaya a vivir a Petare, pero él sólo responde "ahora no tengo cabeza".
Desde el día de las muertes "Joseíto", "Wilo", "Deiker" e "Iván" encabezan la lista de búsqueda de las policía. Se hicieron allanamientos en Ojo de Agua, Los Guayabitos y Valles del Tuy, sin resultados. El viernes la familia de "Deiker", lo llevó a presentarse ante Fiscalía, en Cumaná. Aunque aseguran que no participó, víctimas y testigos dicen que él estaba en la pensión esa noche.
Iván, quien apenas tiene 18 años, es señalado de haber estado implicado cuando era menor por la muerte de una joven embarazada y también es mencionado por la de un hombre de 22 años. Pero para la familia lo más duro es el caso de "Joseíto", de 20 años, cuya madre y abuela vivieron en la pensión y su papá ha sido amigo de Eliécer y sus hermanos toda la vida. El papá del "Joseíto" le dijo a Eliécer tras las muertes: "este muchacho nos desgració la vida".
"Joseíto" sólo tiene una hermana menor, de la que Eliécer comenta: "esa niña es una santa". En más de una oportunidad él le aconsejó a "Joseíto": "Chamo cuídate". Pero él ya tenía un arma. Las recomendaciones no le importaban.
El papá y la abuela de "Joseíto" trataron de llevarlo por el buen camino, incluso lo inscribieron en un colegio militar, del que se afirma, su mamá lo sacó. Ella no permitía que lo reprendieran, en un afán sobreprotector que no sirvió para cuidarlo de su propia violencia.
Las niñas de Eliécer van varias veces al día a verlo. Las mira sin ánimo, pero sabe que sólo queda él para cuidarlas. En las noches toma pastillas para dormir: "a ver si esto es una pesadilla y me despierto. Siento que me mataron en vida".
Laura Dávila Truelo
EL UNIVERSAL
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