Entrevista // Jaime Mayor Oreja, Vicepresidente del Grupo Popular Europeo en la Eurocámara
"No tengo dudas de que el gobierno español habría caído si en Madrid ocurre lo que ocurrió en la UCV"
El mundo no se acaba el 3 de diciembre parece pensar Jaime Mayor Oreja, para quien la lucha contra "un régimen de inclinación totalitaria" es un proceso que, más temprano que tarde, se resolverá con el retorno de la plena democracia a Venezuela. Ministro del Interior durante el gobierno de José María Aznar, de quien se consideró, en un tiempo, sería sucesor y actualmente vicepresidente del Grupo Popular Europeo en la Eurocámara, Mayor Oreja, un duro en la lucha contra la ETA y crítico acerbo del gobierno venezolano, estuvo en Caracas para participar en el Congreso Ideológico de Primero Justicia.
-Hace un año, cuando usted vino a Caracas, no fue recibido por el CNE, advirtió sobre la necesidad de una activa observación internacional para las elecciones e hizo algunas críticas sobre las posturas del Gobierno. ¿Cómo ve la situación ahora?
- El proceso continúa y por eso confirmamos hoy lo que señalamos hace un año: la ocurrencia de un proceso que pretende asfixiar la libertad. La reforma constitucional avanza en esa dirección y los sucesos estudiantiles muestran una tendencia, que responde a cierta lógica.
-Sin embargo, cualquier observador como usted podría notar que todos los años hay elecciones en Venezuela. ¿Cómo puede asfixiar la libertad un gobierno que está consultando permanentemente la posición de los electores?
-Cuando he visto en la prensa española la cantidad de minutos que tiene Chávez en la televisión, encadenada obligatoriamente, es evidente que no hablamos de condiciones de igualdad, que es la esencia de la democracia. En muchos sistemas totalitarios también se hacían consultas electorales y se ganaban con mucha facilidad.
-Porque había fraude.
-No necesariamente. El fraude estaba en el sistema.
-¿En el sistema electoral?
-En el conjunto. El número de consultas no es directamente proporcional al grado de democracia. Este se determina, por ejemplo, con igualdad de oportunidades para los candidatos.
-Con trampa o sin trampa, hasta ahora Chávez ha tenido la mayoría de su parte.
-Porque un régimen de estas características utiliza todos los instrumentos, aparentemente democráticos, para no ser derrotado. Por la propia naturaleza del sistema, jamás introducirá procedimientos que le hagan perder el poder.
-Generalmente por la imposición de la fuerza. Chávez lo hace, como usted dice, por medio de procedimientos democráticos.
-También lo hizo Hitler.
-¿Chávez es como Hitler?
-No. La historia para los historiadores. Nosotros tenemos que enjuiciar a Chávez en función de lo que hace hoy. Cito ejemplos de dictadores y regímenes totalitarios que han utilizado inicial y aparentemente métodos democráticos. Pero la democracia debe ser normalidad y, ¿qué tiene de normal la reforma constitucional en comparación con lo que pasa en los países europeos?, ¿qué tienen de normal apariciones televisivas mucho más parecidas a la de Fidel Castro que a las de cualquier líder occidental?, ¿cómo es posible que ante un incidente en la universidad se pueda discutir sobre quién es el culpable, cuando todo el mundo ha visto cómo aparecen pistoleros que, se sabe, son simpatizantes del Gobierno? Ya eso es suficiente para que no haya democracia. Yo he tenido que recorrer el Congreso de los Diputados y el Senado español porque, de acuerdo con el delegado del Gobierno, las fuerzas de seguridad del Estado entraron, en un momento determinado, en un campus de la universidad autónoma y hubo cierto desarreglo entre el rector y la delegada del Gobierno. Tuve que estar meses y meses compareciendo ante las cámaras. No sé que me habría pasado si me veo obligado a justificar la presencia de unos señores que disparaban armas de fuego, supuestamente, a favor del Gobierno. Quizás ahora tendría que estar en China.
-¿Habría caído el Gobierno si eso ocurre en España?
-No tengo ninguna duda. Claro, es que hacemos comparaciones que en principio no se pueden hacer.
-Chávez las hace. Él dice que si en España Felipe González gobernó 14 años o en Inglaterra, Thatcher estuvo en el poder hasta que quiso, ¿por qué no puede él reelegirse indefinidamente?
-Que yo sepa, el señor González, quien no es santo de mi devoción, no habló 4 mil horas por la televisión española.
Usted señala la ocurrencia, en Venezuela, de un proceso que sigue avanzando. ¿Hasta dónde y hasta cuándo cree usted que puede llegar?
-La fuerza del totalitarismo es el miedo de los demás. Pero los totalitarios, en el fondo, tienen miedo porque saben que no pueden confrontar sus ideas. Sólo que contagian a los otros ese miedo y así generan el mecanismo más perverso, el principal enemigo de la libertad: la impresión de que ese tipo de regímenes son imbatibles y duran muchos años. Esa impresión se convierte en un elemento paralizante que inhibe y produce desunión entre quienes son sojuzgados por el régimen. En tal situación una actitud valerosa, de principios, resulta un disparate.
-Porque puede costar la vida, la tortura o la cárcel.
-Sí, pero la historia nos dice lo contrario. Al final siempre pierden los totalitarios. Antes que después. Y hay excepciones que confirman la regla. Ellos saben que en el arranque de estos fenómenos quien tiene miedo es el no totalitario porque es una persona normal, no revolucionaria, que quiere llegar a fin de mes y vivir feliz con su familia. De manera que consciente de tener ante sí un gran poder se queda paralizado por el miedo.
-Para que cayera Hitler fue necesaria una guerra mundial y la URSS se hundió sola. Según eso los venezolanos estamos paralizados y sólo una guerra o la autoliquidación serán las formas de provocar un cambio político.
-En los países de la órbita soviética no hubo inacción y la Iglesia es un ejemplo porque las democracias imperantes allí, ahora, se le deben a ella. Siempre será necesaria la existencia de valores y principios sobre los que las sociedades puedan edificar. En Polonia, Hungría y Rumania existe la democracia porque había un proyecto político y una Unión Europea que estaba allí a la caída del Comunismo. Hay que preguntarse qué pasará luego de la caída de Chávez. En América no está la Unión Europea. Aquí lo importante no es la táctica, los resultados del referéndum o las actitudes de votar o no votar sino el entramado de ideas y valores que cohesionen al país y hagan de la libertad y de Venezuela las dos caras de una misma moneda.
-Pero estamos en una coyuntura importante. ¿Qué le diría usted a los abstencionistas venezolanos?
-Les diría que les entiendo, pero les pediría que entiendan también las poderosas razones por las que dirigentes como Julio Borges llaman a votar por el No. Todos los resquicios deben ser aprovechados y por eso entiendo a Julio. No es el momento de seguir dividiendo importantes segmentos sociales y políticos que en fondo quieren lo mismo: el retorno de la libertad de y la modernidad.
-¿No resulta una ilusión suponer que un régimen totalitario permita su desplazamiento a través de elecciones?
-Seguramente eso es verdad, pero el proceso no es instantáneo. Esto no es un relámpago. No habrá una circunstancia que expulse a Chávez. Se debe producir un cúmulo. Se trata de un proceso. En política se acierta, generalmente, buscando lo más incómodo. Así que debes preguntarte cuál es el camino más difícil y riesgoso. Por allí se llega a la meta. Y aquí lo más fácil es no participar. La participación te exige presencia en la mesa y la paciencia para escuchar las acusaciones de que has legitimado el referéndum. Esa es una posición muy responsable.
Roberto Giusti
http://politica.eluniversal.com/2007/11/12/pol_art_al-final-los-totali_587871.shtml
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