domingo, 25 de noviembre de 2007

A los electores adecos


Acción Democrática no puede repetir su error abstencionista de 1952

En 1952, Acción Democrática hizo público un documento que contenía uno de sus más gruesos errores políticos. Propuso la abstención en las elecciones de noviembre, sin tener lista una organización que permitiese desembocar en una salida insurreccional. El electorado desoyó ese llamado, y dio el triunfo a URD, que había pasado a la oposición abierta, secundada por los comunistas. Pero aquí la sorpresa de la oposición fue tan grande como la del Gobierno, lo que le permitió a éste dar un nuevo golpe (el 2 de diciembre, fecha emblemática para las dictaduras) para desconocer el resultado de las elecciones y entronizar la tiranía abierta y personal de Marcos Pérez Jiménez.

La cuartilla anterior contiene la descripción de aquel suceso, versión generalmente aceptada y que, comas más o puntos menos, recojo yo mismo en un libro.

Menos por los adecos

Aceptada por todo el mundo en Venezuela, menos por "Acción Democrática" que durante medio siglo se emperró en negar la evidencia, pretendiendo que a última hora, la dirección del partido había dado una vuelta de 180 grados y ordenado a su militancia ir a votar por la oposición, cosa que no le creyó ni Anita la Huerfanita, una niñita ingenua capaz de tragarse las ruedas de molino que Papá Diamantino le hacía pasar por hostias consagradas.

Durante medio siglo: hasta que al fin, un dirigente del partido tuvo el coraje de enfrentar la verdad histórica y contó las cosas tal como de hecho habían sucedido: el electorado adeco había desobedecido a sus líderes (en primer lugar a Rómulo Betancourt y al heroico Leonardo Ruiz Pineda) y se había presentado a las mesas de votación de lo que, como todo el mundo, sabía y resabía, era el escenario de un cochino fraude electoral. El dirigente del partido que con tanto coraje descorrió el velo de la Historia Sagrada del partido se llamaba Henry Ramos Allup.

Cambiar de hombro el fusil

Su argumentación resultó tan irrebatible, que convenció a los "históricos" del partido, hasta entonces más bien abstencionistas. Pero después, fue Ramos Allup quien cambió su fusil de hombro y parecía inclinado a esconder su más bien canija humanidad tras la imponente robustez de un Hermann Escarrá abstencionista. Al punto de que uno tiene la tentación de preguntarse si, como a un León XIII secuestrado por los francmasones para sustituirlo por un sosias suyo adorador del Bajísimo (como lo llegaron a creer a pie juntillas aquellos ratones de sacristía tan bien descritos por André Gide en Les caves duVatican); si a aquel tan corajudo Ramos Allup no lo secuestraron los Escarrá para sustituirlo por un hermano suyo más bien inapetente. Porque es increíble que quien con tanta lucidez describió la piedra con que iban a tropezar, se empeñara después en pisarla él mismo.

Pero dejemos el tono zumbón: digan lo que digan las encuestas, yo me niego a creer que el que fuera primer partido de la Internacional Socialista, haya pasado a ser ese grupúsculo que juega menos a la política que a la gallinita ciega.

Si no determinante, muy importante

No: yo sigo creyendo que si no parte determinante, por lo menos muy importante del futuro de Venezuela está en manos de los electores adecos. Que no sólo es el simple instinto de supervivencia lo que les hará negarse al harakiri que hoy les propone el CEN (mitad abstención, mitad ni-ni. O peor aún, según se dice, dejando la libertad de voto, o sea, renunciando a su condición dirigente), sino una memoria y una responsabilidad histórica, la primera para recordar la desobediencia de sus abuelos en 1952, la segunda para saber cuánto puede llegar a valer un simple gesto suyo, un simple boletín de voto.

¡Pero si los resultados ya están cantados, si el fraude viene, si el CNE ya decidió que el Gobierno debía ganar la consulta desde antes de hacerla! Ese es el argumento permanente contra quienes creemos no sólo errado sino suicida esa manifestación de anorexia política que sería la abstención en este momento, sin tener a mano ese famoso "plan B" como no sea la confianza en Dios Padre Todopoderoso.

Un trío ancestral

¿Y Uds. creen que yo sería tan ingenuo para creer en la palabra de Tibisay Lucena, de Luisa Estela Morales, de Cilia Flores? A ese trío de antepasadas yo sería el último en comprarle un auto de segunda mano. Pero no se trata de mirar colmillos, porque no nos están regalando ningún caballo. Se trata de mostrar nuestros propios colmillos, nuestra fuerza real, permanente, complemento ideal de ese "calentamiento" de la calle por una gente que desgraciadamente no puede permanecer allí por los siglos de los siglos. No tenemos sino que remitirnos al ejemplo de lo que ha querido hacer López Obrador en México, y de lo que ha hecho en verdad: el ridículo.

Si AD condiciona su política electoral a los que piense y haga el CNE, estaría demostrando que entre el partido de 1941 (partido para el Gobierno) y el partido de 1945 (partido del Gobierno) ha escogido el segundo. No estamos acusando a la dirección de AD de complicidad con este Gobierno, sino que no parece concebir una política eficaz para cuando está ausente del poder. Lo inhibe más lo que el poder proponga que lo que el partido disponga.

Con una montaña de votos no se echará abajo a Chávez, pero se estará hiriendo seriamente al chavismo jaquetón y perdonavidas. En política, no es siempre la línea recta la distancia más corta entre dos líneas.

No se corrige un error cometiéndolo de nuevo.

hemeze@cantv.net

http://opinion.eluniversal.com/2007/11/25/opi_33975_art_a-los-electores-adec_603187.shtml

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