El presidente Chávez ha encadenado al país, cerca de la 1 del mediodía, para practicar su obsesión preferida: ofender, insultar y despreciar a los venezolanos que no piensan como él y arremeter contra el capitalismo.
Chávez ha calificado de “arrastrados”, “apátridas” y “despreciables” a lo que ha llamado “los pitiyanquis de aquí”, a quienes ha calificado que peores que los del Imperio ya que quieren que fracase todo lo de Venezuela.
“No les digo la palabra que me provoca porque no puedo ya que estoy en cadena”, ha dicho Chávez.
Ha vuelto a insultar al Presidente de EE.UU., a quien ha llamado “campeón de borrachos de Pekín”.
El presidente ha despreciado también a los venezolanos de clase alta, de quienes ha dicho que “no le interesan”, en contraste con la clase media a quienes ha invitado a que se unan a la Revolución.
Chávez ha dedicado innumerables momentos de su alocución a despreciar al capitalismo y culparlo de todos los males del mundo.
También ha denunciado que, de nuevo, están tramando matarlo y que, hace unos días, se reunieron con el fín de planearlo.
“Si me matan, la oligarquía se arrepentirá durante 500 años porque el pueblo le pasará por encima”.
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