domingo, 14 de septiembre de 2008

“El gobierno está en un período de derrumbe más o menos obvio, y la locura ha tomado posesión de las alturas”.


Deportes Extremos

El gobierno ha vuelto a agitar las banderas del golpe. El propósito es claro: radicalizar aun más el clima político, poner a la defensiva a la oposición, solidificar su agrietado bloque, y buscar pronunciamientos internacionales de apoyo. No es de negar que existan conspiraciones; las han existido, algunas con resultados sangrientos como las del 4-F y el 27-N; otras parecen haberse quedado en el aparato, y las más numerosas, seguramente son tertulias de desocupados. Se podría decir que las denuncias actuales sólo tiene relación con el clima de guerra que Chávez quiere crear con miras a las elecciones; sin embargo, podría ser algo más complejo. Tal vez sea que el gobierno se esté cayendo, no porque lo tumben sino porque se deshacen sus bases, sin que ninguna institucionalidad sólida pueda impedirlo. Entiéndase, no es una predicción sino una posibilidad, dada la aguda descomposición que lo corroe.

Elecciones

Las elecciones representan un desafío para el gobierno y se le han constituido, desde ya, en una amenaza terminal. Si hay elecciones libres y limpias, el antichavismo gana las gobernaciones de los estados más poblados y en todos los estados fronterizos. Si eso fuese así, el régimen perdería el control del país. En este caso el Presidente sólo tendría dos opciones: gobernar como si Venezuela fuera una democracia normal, sin aspavientos revolucionarios y con fecha fija para su reemplazo, o el cambio del Presidente, mediante un acuerdo político entre el chavismo y la oposición. Cuando Chávez dice que si el gobierno pierde el 23 de noviembre entonces irían por él, tiene toda la razón; no porque alguien se proponga tumbarlo, sino porque perdería el dominio de una porción del Estado, lo cual le es inadmisible después de diez años de rosca bolivariana. Chávez no podría controlar todo el poder aunque siguiera siendo Presidente.

Como es visible, en la oposición hay diversas versiones de la cuestión electoral; sin embargo, hay acuerdos tanto en la idea de concurrir a votar como en la de hacerlo con candidatos únicos, a veces unitarios y a veces impuestos. Las diferencias estriban en el papel que juegan las elecciones en el marco del autoritarismo actual. Para un sector se trata de ocupar espacios para los partidos o para fracciones dentro de éstos; mientras que para otro sector las elecciones son un medio para que la crisis política pueda tener una evolución democrática, lo cual requiere impedir el fraude en marcha (ventajismo, registro, migraciones y trampa electrónica). Emplear las elecciones para promover una salida democrática impone la participación de la oposición en todas sus etapas, y demanda su inserción en la conflictividad social. Por supuesto, es indispensable la disposición a no dejarse colear la parada, lo cual exige la acción de las mismas fuerzas civiles y militares que impidieron la comisión del fraude que se intentó el 2 de diciembre de 2007, cuyos resultados ni se conocen ni los partidos demandan.

En este marco, las elecciones pueden ser un momento tan importante como conflictivo. La propia evolución del proceso las ha convertido en un evento en el que, si el gobierno pierde, disipa la mayor parte de su poder; por lo tanto, intentará, como sea, ganarlas, arrebatarlas o suspenderlas.

Las elecciones andaban por su lado, un tanto al margen de la crisis, pero en el contexto de deterioro del gobierno y con el antecedente del 2-D se han vuelto una pesadilla, que puede ser aprovechada (o malgastada) por la disidencia democrática, dependiendo del modo en el cual se inserte esta jornada en una estrategia.

El Maletín y Chips

El maletín de PDVSA enviado a Cristina K es la peor calamidad que a la espada que camina le ha podido ocurrir. Revela una estructura corrupta, internacional, que implica directamente a dos jefes de estado, de lo cual se han valido unos acuciosos agentes del imperio para aprisionarles las criadillas a zarandeados empresarios de la burguesía bolivariana. Ese maletín es el retrato vivo de la indecencia de PDVSA y de Rafael Ramírez en particular. Este episodio erosivo se suma al otro, al de las locuaces computadoras de Raúl Reyes, cuyo contenido el gobierno colombiano le comunicó hasta al gato, en el que se revela el tamaño y la profundidad del compromiso de sectores del gobierno venezolano con las FARC. Maletín y computadoras amargan al insomne Comandante.

La Economía

Venezuela tiene real, pero su fisco está demasiado comprometido y enredado. Es como el rico que posee haciendas y cuentas, pero que le debe a todo el mundo. Prefiere pagarle a los que lo pueden asfixiar, pero arrastra los pies con aquéllos “de la casa”, es decir, con los pobres y arruinados. Hay plata, sí; pero el Sindicato Mundial de Chulos se lleva la parte del león, mientras por acá se quedan las sobras. Lo que el venezolano de abajo ve son las carencias, mientras un pillastre como Daniel Ortega se refocila en lo que desde acá se le dispensa.

Al final lo que se observa en el horizonte es crisis económica. No se trata del manejo de una economía sólida que capea temporales; sino de una taguara apureña mal administrada, cuyo dueño se encontró un “entierro” de morocotas. Lo disfracen como lo disfracen, “el negocio” va a un desastre porque el personaje se gasta todo lo que tiene -y lo que no tiene- en parrandas bolivarianas, donde él es el que brinda la caña a los circunstantes, paga la música, distribuye las propinas, babea a las camareras, y en la ebriedad de la hora no alcanza a advertir que el amor que le profesan es alquilado y que se lo están viviendo enterito.

El Imperio

La tapa del frasco es la búsqueda de un conflicto totalmente artificial con EEUU. Este país cambió su política hacia América Latina desde antes del golpe de Chávez en 1992; por lo tanto, no hay promoción de golpes. En segundo lugar, Washington está inmovilizado con la guerra en Irak y sólo tiene el recurso de la diplomacia; no puede invadir a nadie, ni que quiera, cosa harto clara con el manejo de la situación de Corea del Norte y del espantajo de Kim Jon-Il. Si eso fuera poco, EEUU está en un proceso de rehacer apropiadas relaciones con América Latina y busca mejorarlas con Brasil, México, Argentina y otros países medianos, para lo cual no puede tener el comportamiento pendenciero que la región conoció históricamente. De tal modo, que la creación de un conflicto con el gobierno norteamericano sólo cumple un propósito de política interna, dirigido a la radicalización y, eventualmente, a la suspensión de las elecciones.

Huele a Cacho Quemado

El chavismo tiene un papel en estas circunstancias. Puede contribuir a salidas institucionales y pacíficas. El gobierno está en un período de derrumbe más o menos obvio, y la locura ha tomado posesión de las alturas. El peligro no parece ser la conspiración sino el abrupto desmoronamiento bolivariano, que no conviene ni a los que se caen ni a los que, afuera, les caen los escombros.

Tiempo de Palabra
Carlos Blanco
El Universal

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