La presidenta del TSJ ha sufrido un grave accidente: se quemó las manos de tanto jalarle bolas al arrastrao. Y supongo que el susodicho debe tener esas bolas en carne viva y ni un pelo en sus atrofiados genitales, pues en esa jaladera la fulana compite con Diosdado Cabello y otros "próceres" de la "robolución".
Yetro
En la columna de Simón Boccanegra, publicada hoy en el Diario Tal Cual, está dedicada a la doctora Luisa Estella Morales, presidenta del TSJ, quien ha señalado que “analizarán” el caso de los tres magistrados, que de acuerdo a una sentencia de la CIDH, beden regresar a sus cargos dentro del TSJ.
Estos tres jueces, fueron destituidos arbitrariamente en 2003 de sus cargos en la Corte Primera de lo Contencioso Administrativo, debido a unas sentencias que no agradaron al mandatario venezolano.
Según Boccanegra, parece que a la “señora” se le olvidó que las decisiones “supranacionales” como la sucedida en este caso, con los tres magistrados, cuya sentencia fue emitida por un organismo internacional como la Corta Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), deben acatarse y ejecutar su cumplimiento.
Esta aseveración no sale de la nada, en la Constitución Bolivariana de Venezuela se establece muy claramente en su artículo 23, que reza:
“Los tratados, pactos y convenciones relativos a derechos humanos, suscritos y ratificados por Venezuela, tienen jerarquía constitucional y prevelecen en el orden interno (…) y son de aplicación inmediata y directa por los tribunales y demás órganos del poder Público”.
Mientras que en “en el párrafo final del artículo 31, la Constitución afirma, categóricamente: ‘El Estado, adoptará conforme a procedimientos establecidos en la Constitución y en la ley, las medidas que sean necesarias para dar cumplimiento a las decisiones emanadas de los órganos internacionales previstos en este artículo”
Entonces, la doctora Morales, que “corre un maratón de jaladera” con el presidente Chávez para reparar su voto NO del 2D, pretende ahora decir, que “analizará” la sentencia para ver si acata o no, lo establecido por la CIDH. Lo que constituye, una muestra más, por si faltara alguna, “de que en este país las instituciones se fueron al carajo”, indica Boccanegra.
“Señora mía, aqui no hay nada que ‘estudiar’. La sentecia no admite más que su cumplimiento” concluye el columnista.
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