domingo, 7 de septiembre de 2008

¿Qué es esto? ¿Comunismo? ¿Militarismo? ¿Populismo de izquierda? ¿Fascismo? ¿Será importante saberlo?


Arroz con Mango

¿Qué es esto? ¿Comunismo? ¿Militarismo? ¿Populismo de izquierda? ¿Fascismo? ¿Será importante saberlo? ¿No son, acaso, discusiones superfluas que no resuelven nada y sólo sirven para el solaz de intelectuales capaces de discutir sobre temas tan atrayentes como inútiles?

Chávez puede ser comunista, básicamente por su alineación política, y está acompañado por algunos cuantos que también lo son. Sin embargo, hay margen para preguntarse si su régimen está en el proceso de crear una sociedad socialista o comunista, dentro de alguna variante de la taxonomía marxista-leninista. ¿Venezuela va, de verdad, hacia el comunismo?

El Personaje

Decir que Chávez es comunista significa una concesión intelectual. Supone que el hombre conoce a Marx y a Lenin, ha estudiado a Mao, sabe lo que significan Kautsky y Rosa Luxemburgo, así como Trotsky y Gramsci. Supone también que sabe de revoluciones, de la francesa, la americana, la inglesa y de las que resultaron fallidas en la Europa del siglo XIX, junto a las triunfantes del siglo XX con la bolchevique en el frontispicio. Supone, sin duda, que los análisis basados en las clases sociales acolchonan sus insomnios y que el poder de los trabajadores martilla sobre su mesa de trabajo.

Pero, no. Este rollizo mandatario, como lo llama Vera Izquierdo, no es un intelectual y de estas cosas no sabe más que lo que absorbe -¡y cómo!- en tertulias con esos muchachos españoles dogmáticos que lo asesoran, que le han hablado de “hegemonía”, o con aquellos cubanos que se manejan a lo caribe, haciéndole creer al hombre que progresa en su comprensión de la naturaleza de las revoluciones. Nadie le ha dicho que el socialismo es un fracaso y que los que se siguen denominando socialistas en la mayor parte del planeta lo hacen dentro de tradiciones nominativas, difícilmente cambiables y que están allí más por costumbre que por ideología (el PSOE en España o el PS en Francia) o, de modo más simple, quieren diferenciarse de la derecha rabiosa y enfatizar los tonos sociales. Al hombre no le han explicado bien que los socialistas de hoy son partidarios del capitalismo social o popular.

Chávez es comunista por sus intenciones, las cuales emergen de una maraña intelectual poco cultivada pero en medio de un talento natural para la lectura veloz y la retórica vacua. También es comunista porque muchas de sus decisiones están enmarcadas dentro del propósito de crear una sociedad socialista, más o menos a la cubana, y el sueño de dirigirla hacia una comunista en la cual no exista más felicidad que la congelada.

Ser comunista sin saber qué es eso tiene en Chávez un excelso exponente, lo que ha sido potenciado por la bellaquería de Fidel Castro quien no ha reparado en el ridículo al cual ha condenado repetidas veces a su discípulo. Ha de acotarse que Fidel sí es un comunista de uña en el rabo, un intelectual y político que recreó las condiciones de las revoluciones socialistas, enmendándole la plana a Lenin y a Mao, a Kruschev y a Brezhnev. Chávez quiere, pero no puede, compartir los galones de Fidel, aunque éste ha cultivado tal ilusión como zanganería de vieja hiena, para engatusar al barinés.

Convéngase, sin embargo, que Chávez es comunista sin saber exactamente cómo serlo, por las ejecutorias en las que ha incorporado su régimen. Hay otros, cerca de él, o a tiro de piedra de sus gulas intelectuales, que sí son comunistas de los de librito. Es obvio que este personaje realmente se propone un régimen socialista de los duros como preludio a ese horizonte móvil que es el comunismo.

El Gobierno

Hay algunos elementos que enchufan lo que ocurre en Venezuela con esos propósitos revolucionarios. Uno, es el de la destrucción progresiva de la propiedad privada sobre los medios de producción, como se diría en buen marxismo. El segundo, es la concentración del poder de la sociedad en el Estado, como supuesta representación del colectivo, despojando a las élites preexistentes de mecanismos de control económico (empresas), político (partidos), sociales (gremios, sindicatos, ONGs) y simbólicos (iglesias, medios de comunicación, aparatos culturales).

Sin embargo, hay elementos que alejan lo que hace Chávez de cualquier socialismo rabioso y lo acercan a otra variante del autoritarismo, más clásicamente latinoamericano, militarista y fascistoide.

En primer lugar, el partido revolucionario como condición del socialismo que Chávez se propone, es una ficción; no existe, no ha sido construido y resulta muy difícil construirlo. Se requeriría una fuerza social organizada (“el proletariado” o alguna variante) que no existe en el horizonte social como parte del proceso chavista.

En segundo término, tampoco hay nada parecido al Ejército Rojo; no porque no existan badulaques dispuestos, sino porque un ejército revolucionario no puede construirse sin aniquilar completamente a los militares institucionalistas; mientras tanto, la Reserva Militar es una fiesta en Elorza producto de la creencia de que aprendiendo a manejar el fusil se está preparado para participar en una guerra. Otro factor esencial es que la destrucción de la propiedad privada no ha conducido a la creación de la propiedad social o colectiva, sino a nuevas formas de propiedad privada; dicho en caraqueño, las masas revolucionarias se cogen lo que encuentran, no para compartirlo sino para cogérselo en forma muy privada; lo que más ha prosperado en este período es apoderarse de todo: ¡proletarios del mundo, agarren que para luego es tarde! También concurre el hecho de que uno de los más importantes productos económicos y sociales de este tiempo es la burguesía bolivariana; la mayor parte constituida por recién llegados a los negocios junto a otros de cierta tradición y carencia de escrúpulos, para los cuales el socialismo es un mal chiste de su amigo Chávez.

Agobiados por el gobierno, sin sus sindicatos, porque éstos son desconocidos desde arriba, dejados a la intemperie, los trabajadores son los grandes excluidos de esta historia, los nuevos grandes expulsados de una revolución falaz que los invoca como su excusa.

Las Mafias

Lo que de verdad ha emergido es una red mafiosa que controla puntos neurálgicos de la sociedad. No son los proletarios; no son los revolucionarios, sino una corte de bichitos que se ha puesto donde hay y de lo cual esos jóvenes capturados en Miami son una brevísima muestra de la morgue en la cual yacen los buenos propósitos leninistas.
Existen mafias, a la rusa, que se reparten las estructuras oficiales y que sabiamente dominan el acceso a los altos funcionarios del Estado, quienes las han puesto como sus alcabalas móviles para todos los efectos prácticos y lucrativos.

El Estado ha crecido como nunca; ha crecido podrido y en cada una de sus oquedades putrefactas se guarece una seccional de la mafia bolivariana.

En su marcha frenética hacia el comunismo, Chávez ha conducido a la sociedad al enloquecido y pestilente capitalismo salvaje.

Tiempo de Palabra
Carlos Blanco
El Universal

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