domingo, 5 de abril de 2009

Lloran de rabia. Lloran de impotencia. Sobre todo, lloran por lo que consideran una injusticia


En un reportaje de Gladys Socorro, que hoy publica el diario La Verdad, se recoge el testimonio de varios de los hijos de Manuel Rosales.


Este es el reportaje:


Lloran de rabia. Lloran de impotencia. Sobre todo, lloran por lo que consideran una injusticia. La angustia que les ha tocado vivir con la cayapa que el Gobierno mantiene con su padre los ha obligado a asumir posiciones, que a lo mejor antes no hubiesen tomado. Van de frente y sin miedo a enfrentarse contra el poder del Estado manejado, según aseguran, a capricho de un hombre: Hugo Chávez.

Énder Manuel, Jenny Patricia, Aleida, Marenel, Marebeth, Manuel Alejandro, Melvin, Carlos Manuel, Manuel Andrés y Alejandra aseguran que su padre es inocente de lo que se le acusa. Son los 10 hijos de Manuel Rosales, alcalde de Maracaibo, quien desde el martes pasado está resguardado para proteger su vida ante los acosos que él mismo denunció por parte de la Disip y la DIM.

Marenel Rosales es abogada y tiene 23 años. Es una de las trillizas del mandatario local. Ve con tristeza que en este país no haya justicia, que no hayan garantías constitucionales. Está convencida, al igual que sus hermanos, de la inocencia de su padre. Está dispuesta a enfrentarse a todo lo que venga por defender la dignidad de su familia. “Le demostraremos a Venezuela y al mundo entero que Manuel Rosales es un gran ser humano, que toda su vida ha luchado por el Zulia y el país. Su único pecado es darle todo su trabajo, todo su empeño y toda su dedicación al bienestar social. Mi padre lo único que hace es trabajar y trabajar”.

Los 10 muchachos están orgullosos de llevar el apellido Rosales. No se cansan de repetirlo. Coinciden en que las mayores enseñanzas que les ha dado su padre son la unión de la familia, la fortaleza, no tener miedo, y sobre todo, luchar por lo que creen y nunca vender su conciencia.

La fortaleza de la familia Rosales es nuestra unión y ningún Chávez ni ningún Mario Isea, ni nadie, va a venir a destruirla. Estamos con Dios y la Virgen. Mi padre está con Dios y la Virgen y, les guste o no, se va a hacer justicia divina”, sentencia Marenel, quien agrega que cuando escucha a Isea le da risa porque es un parlamentario borrego, que sólo hace lo que quiere su jefe para ganar puntos.

A Manuel Alejandro, de 18 años, le ha tocado madurar temprano y darse cuenta que en la vida las cosas no son nada fáciles. Aunque no ha sido de la idea de que su padre se dedique en cuerpo y alma a la política, con su ejemplo ha entendido que cuando se quiere algo hay que luchar por conseguirlo. Confiesa que el problema político que los acecha le ha costado muchas lágrimas, que la mayoría de las veces deja salir cuando está solo. “Nos hemos fortalecido como familia y esa fortaleza se la transmitimos a él. Estoy seguro que juntos saldremos de esto”.

En las buenas y en las malas

Jenny Patricia, de 29 años, vive en España pero está en Maracaibo desde hace dos meses. “Mi angustia no era normal. No dormía y me la pasaba deprimida. Me vine a apoyar a mi padre y a mi familia que siempre ha estado unida en las buenas y en las malas. Estoy muy orgullosa por su fortaleza, humildad y sabiduría”.

Con tono pausado pero firme, la joven dice tener lástima por algunas personas que no miden las consecuencias de hacerle daño a los demás, sin detenerse a pensar que ellos también tienen familia. “Se dejan llevar por el odio. Nosotros tenemos fe en Dios de que se va a hacer justicia. A ese mismo Dios le pido que los perdone y les cure el alma envenenada que tienen”.

En situación similar estaba Marebeth, otra de las trillizas que vive en Estados Unidos. Es la madre del nieto menor de Rosales, Lino Manuel, de cinco meses. Se vino al país porque los constantes ataques en contra de su padre no la dejaban ni dormir. Se la pasaba pegada al televisor viendo los noticieros, sobre todo en la madrugada, porque asegura que son esas horas las preferidas de Hugo Chávez para dar sus madrugonazos.

Le pide a Dios que siga dándole fortaleza a su padre y a la familia para aguantar la arremetida de los caprichos presidenciales. “Mi papá no está escondido, está esperando. Le digo que se quede donde está para que el Gobierno no lo oculte. Lo quieren meter preso para silenciarlo”.

Le mandó un mensaje claro al Presidente: “No se olvide que a usted lo eligió el pueblo y por el pueblo usted puede salir”.

Un pilar fundamental

En la vida del alcalde Manuel Rosales hay un apoyo fundamental. Se trata de su esposa, Eveling Trejo de Rosales. Siempre está a su lado. Es una consulta indispensable a la hora de tomar decisiones. En medio de esta turbulencia no ha dudado ni un minuto en defender a su marido. Es la vocera de su familia y está dispuesta a defenderla a costa de lo que sea.

Miedo son cinco letras. El miedo viene del corazón y mi corazón dice que Manuel va a salir bien de toda esta pesadilla que nos ha trastocado nuestra vida y la de los marabinos, porque la gente quiere ver a su alcalde en la calle. Están acostumbrados a verlo en una cañada, en los mercados. La gente está acostumbrada a tocar a su alcalde que por cuestiones de seguridad se ha tenido que recoger porque corre peligro su integridad física”.

Asegura que en este país puede pasar cualquier cosa porque la justicia está secuestrada. “Cuando ves a un Estado arremeter en contra de un hombre te pones las manos en la cabeza y te preguntas: ¿Valdrá la pena que Manuel se sacrifique y siga dando la cara como lo ha hecho? ¿Valdrá la pena la vida de un hombre para que este país entienda que tenemos que vivir en libertad?, ¿valdrá la pena la vida de Manuel Rosales para que entendamos que estamos viviendo en una democracia enmascarada? No, la vida de un hombre no vale la libertad de un país. Son muchos ideales, hay miles de mujeres que van a salir a luchar por la seguridad y la integridad de sus hijos”.

Denuncia que han sido víctimas de un acoso psicológico. Todo el tiempo pasan los convoy de la Guardia Nacional por su casa en El Milagro, lanchas de este mismo cuerpo militar los rodean por el Lago, a ella y a sus hijos los paran a cada rato en la calle para pedirles papeles y ver para dónde van. Es una cacería que dice es mandada por el presidente Chávez. “Lo único que le puedo decir a mi marido es que se cuide. Yo quiero es a Manuel Rosales. Prefiero decir que hay un hombre luchando por la democracia en la clandestinidad, a que tenga que llorar lágrimas de sangre porque se murió mi marido porque en este país no hay justicia”.

Eveling de Rosales sólo tiene una razón para explicar la persecución que se le hace a su marido: Hugo Chávez le tiene miedo a Manuel Rosales. “No se puede usar tanto poder para perseguir a un solo hombre. Chávez no tiene los pantalones para meter preso a Manuel”.

Una canción para papi

La pequeña Alejandra, de tres años, es la “consentida de papá”, como ella misma lo dice imitando a su padre, Manuel Rosales. Con una sonrisa le da un beso a una foto de él que está en el celular de sus hermanos. “Papi mío, papi mío”, dice. Lo espera para cantarle Estrellita, y comiéndose un pan dulce, comienza: “Estrellita dónde estás, quiero verte titilar, en el cielo sobre el mar…”. Es la responsable de los gritos que se oyen en la casa, es quien le da el toque de alegría a este hogar.

Marenel Rosales, abogada de 23 años.

“Al señor ese (Chávez) no le da vergüenza ni con sus hijos ni con su familia, ni con su madre ni su padre… con nadie. Que no se meta con nosotros porque estamos muy orgullosos y admiramos a nuestro padre porque es un hombre trabajador, luchador y guerrero”.

Jenny Patricia Rosales, 29 años.

“Me siento avergonzada de que ese señor (Chávez) sea mi presidente. Mario Isea es un peón de Chávez, otro hombre envenenado por el odio”.


http://www.noticias24.com/actualidad/noticia/33483/hablan-los-hijos-de-manuel-rosales/

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