lunes, 6 de abril de 2009

La semana de la vergüenza : jueces prostituidos, puta justicia



Las barbaras sentencias dictadas contra los comisarios Simonovis, Forero y Vivas, así como contra los agentes de la Policía Metropolitana, deben ser calificadas no sólo como una monstruosidad jurídica sino como una monstruosidad a secas. De una monstruosidad en un plano puramente humano. La crueldad de las penas impuestas, en un juicio en el cual no se pudo probar la responsabilidad de ninguno de los acusados en la muerte de tres de las diecinueve víctimas de los sucesos del 11A de 2002, no sólo recuerda la sevicia y la saña del general Gómez sino esos penosos momentos de nuestra historia que fueron los fusilamientos del general Matías Salazar por orden de Guzmán Blanco y del general Antonio Paredes por disposición de Cipriano Castro. Los episodios tristes de la patria, cuando el poder fue ejercido para la venganza personal del mandón de turno.

Aunque la batalla jurídica era necesaria darla, al menos para exponer la miseria moral de un régimen que ha transformado el sistema judicial en un verdadero chiquero, en realidad siempre estuvimos ante un juicio político, cuya sentencia estaba cantada desde el momento mismo de la detención de los funcionarios hoy condenados. En el proceso fueron desconocidos y violentados todos los procedimientos atinentes al debido proceso; el juicio fue artificialmente demorado y, al final, la sentencia fue apresurada para hacerla coincidir con la detención del general Baduel y con la feroz persecución policial a que fuera sometido a Manuel Rosales en esa semana siniestra que fue la pasada. La Semana de la Vergüenza. Pero, repetimos, el juicio y su sentencia fueron puramente políticos y a lo jurídico y procesal se le torció el pescuezo descarada y desvergonzadamente.

Muchos pensarán que se trata de una demostración de la fuerza que da el control de las instituciones del poder y de una FAN sometida a los caprichos del mandón ensoberbecido, y lleno de despecho, que opera desde Miraflores y Fuerte Tiuna. Es cierto.

Es una demostración de fuerza, porque, sin duda, la tiene. Pero también habla de la inmanente fragilidad política y psicológica de un déspota que se siente cada vez más aislado en el mundo, incorporado a esa galería lombrosiana donde descuellan sujetos como Mugabe y Lukashenko ­y ahora su nuevo protegido, el criminal sudanés Al Bashir. Sus últimas posturas en lo internacional son los resuellos por la herida de quien se siente cada vez más ubicado en el hombrillo de una Latinoamérica donde ya le cogieron la caña, acompañado sólo de esa corte funambulesca del Grupo Tíramealgo.

La frustración a lo externo rebota sobre su conducta doméstica, donde pretende asfixiar a la disidencia y asustar al país, sabedor de que buena parte de éste está harta de su incapacidad, de sus irritantes soliloquios y de la rampante corrupción que carcome las entrañas del régimen.

Por eso se puede estar seguro que estos presos de Chávez y de los verdugos que ejecutaron sus órdenes, jamás cumplirán esas penas criminales y cobardes.

TalCual
Teodoro Petkoff


1 comentario:

Manuel Ricardo Arteaga dijo...

Es INSÓLITO que aún con TODAS las pruebas y evidencias existentes, aún existan personas como usted que califique de "inocentes" a este bando de asesinos que masacraron a un pueblo… las evidencias están allí, no son inventos ni cuentos de camino, así que le sugiero documentarse un poco mejor de los hechos, antes de emitir una opinión. Da la impresión que usted es uno de tantos ciegos sin ideas propias que sólo se deja llevar y manipular por lo que dicen los medios, sin analizar las cosas con criterio y objetividad. Los muertos de esa masacre no eran sólo chavistas, eran VENEZOLANOS, pero eso al parecer a gente como usted, les tiene sin cuidado. ¿Sus ideologías políticas, les merecían la muerte? Estoy seguro de que usted opina que sí.